Expectación, nervios, emoción, pulseras de la amistad, lentejuelas y sobre todo ganas, muchas ganas. Más de 60.000 personas llenaron este miércoles el Santiago Bernabéu en el primero de los dos conciertos de Taylor Swift en nuestro país dentro de su gira mundial ‘The Eras Tour’, la más rentable de la historia.
Y la estrella estadounidense no defraudó. Pasadas las 20.00 horas hacía su aparición en el escenario -una pasarela elevada en mitad del estadio- con su eterna sonrisa y su ya emblemático body de brilli brilli rosa con el que presume en cada uno de sus shows de sus piernas interminables. Y se desató la locura y los ‘swifties’, eufóricos y coreando cada uno de los éxitos de la cantante, vivieron una de las noches más mágicas de sus vidas.
Con numerosos rostros conocidos en la grada, como la mismísima Blake Lively, íntima amiga de Taylor Swift, que compartió palco con Eugenia Martínez de Irujo -que no pudo evitar la tentación de grabar y fotografiar a la protagonista de ‘Gossip Girl’ en su particular momento fan-, Marta Ortega y Carlos Torreta, Isabelle Junot y Álvaro Falcó, Nieves Álvarez, o algunos jugadores merengues como Toni Kroos o Thibaut Courtois, la cantante lo dio todo sobre el escenario durante tres horas y media en los que cantó la friolera de 45 canciones.
Varios cambios de vestuario -siempre con las lentejuelas como protagonistas- una coreografía estudiadísima y sus temas más emblemáticos: ‘Miss Americana & the Heartbreak Prince’, ‘Cruel summer’, ‘The Man’, ‘Fearless’, ‘You Belong With Me’, ‘Love Story’, ‘Shake it Off’, ‘Blanck Space’, ‘Juliet marry me’, ‘We Are Never Ever Getting Back Together’, ’22’… una sucesión de éxitos que el Bernabéu al completo ha cantado a voz en grito, impidiendo en algunos momentos incluso que se escuchase a la propia Taylor Swift.
Y es que si hubiese que poner alguna pega al concierto sería los problemas de acústica del recién estrenado estadio del Real Madrid, que no permitía entender perfectamente las letras en algunos momentos. Algo que no pareció importar a la estadounidense, que completamente entregada y sin dejar de reír confesó que tocar en Madrid estaba siendo una «experiencia mágica» y que la forma en la que cantaba y bailaba el público la hacía sentir «poderosa». Tampoco importó a las más de 60.000 almas que abarrotaban el Bernabéu, que no dudaron en calificar el concierto como una «noche histórica».