Esta ha sido, sin duda, una de las Semanas Santas más atípicas para la Familia Real. Atrás quedaron aquellos años en los que los Reyes Juan Carlos y Sofía, los entonces Príncipes Felipe y Letizia, y las infantas Elena y Cristina, además de sus hijos, se reunían en Palma de Mallorca para disfrutar juntos de unos días de descanso en el Palacio de Marivent.
Este año se ha escenificado especialmente la división de la familia; mientras los Reyes, la Princesa Leonor y la infanta Sofía se han quedado en Madrid y el sábado sorprendían con su inesperada aparición en la procesión de la Virgen de la Soledad, la Emérita se dejaba ver junto a su hija Cristina y su hermana Irene de Grecia en la procesión del Cristo de los Alabarderos el Viernes Santo.
La infanta Elena, por su parte, ponía rumbo a Abu Dabi para pasar sus vacaciones de Semana Santa con su hijo Froilán y con el Rey Juan Carlos, demostrando una vez más y apenas dos semanas después de haber estado con su padre en Sanxenxo, que es la más cercana al Emérito.
De regreso en Madrid tras unos días familiares en los Emiratos Árabes de los que apenas ha trascendido ningún detalle, la hermana de Felipe VI ha retomado sus compromisos profesionales y este martes ha vuelto al trabajo en la madrileña Fundación Mapfre.
Una reaparición en la que, con el inseparable borsalino que luce para pasar desapercibida, y pegada a su teléfono móvil, ha guardado silencio cuando le hemos preguntado qué tal ha visto a su padre y a su hijo y cómo lo han pasado en Abu Dabi.
Siempre discreta, doña Elena tampoco se ha pronunciado sobre la Semana Santa de su hermana Cristina con su madre, ni sobre la sorprendente presencia de los Reyes, la Princesa Leonor y la infanta Sofía en una de las procesiones más multitudinarias de Madrid; ni tampoco sobre los rumores de que su hija Victoria Federica, que por cierto ha estado de vacaciones con amigas en Sri Lanka, podría estar ilusionada con un Míster malagueño al que llama cariñosamente «limoncito».