Las últimas semanas han sido una auténtica montaña rusa de emociones para Tamara Gorro. Dos de sus grandes pilares, sus ‘yayos’ -como cariñosamente llama a sus abuelos-, han estado ingresados en un hospital madrileño con problemas serios de salud y, muy preocupada como ha compartido con su ‘familia virtual’, la influencer no se ha separado de su lado.
Un susto del que afortunadamente se recuperan ya en casa y que coincidía con el 37 cumpleaños de la colaboradora de ‘Y ahora Sonsoles’ el pasado 18 de enero, que decidía celebrar -tras la mejoría de sus yayos- escapándose durante unos días a la sierra con su caravana, ‘la gorroneta’, para respirar aire puro y recuperar fuerzas tras varios días en un sinvivir principalmente por su abuelo, que llegó a estar bastante grave y tuvo que pasar por quirófano.
De regreso en la capital, y como ha compartido con sus 2 millones de seguidores en Instagram, Tamara decidía «celebrar la vida» y soplar las velas con una gran fiesta en su casa el pasado fin de semana en la que contó con el apoyo de todos sus amigos y de su exmarido, Ezequiel Garay, con el que tiene una relación muy especial que muchos creen que terminará con una nueva oportunidad a su historia de amor.
Una fiesta que se alargó hasta las 7 de la mañana, como una radiante Tamara nos ha contado en la inauguración del restaurante Rhudo, donde acaparó todas las miradas con un ajustado vestido rojo pasión y los labios pintados a juego. «Me lo pasé pipa. Fue un cumpleaños reducido porque fue a contrarreloj porque sabéis que las lío muy gordas, pero muy contenta, muy feliz y celebrando la vida, que bastante ya» desvela, confesando que el único deseo que ha pedido este año es «que mis abuelos estén bien. Es lo que más me atormenta en este momento».
«Ha estado muy malito mi abuelo, y mi abuela, los dos en la misma habitación del hospital. Así que ese fue el deseo que pedí y continuar, al menos, como estoy. Está todo en orden y es suficiente» reconoce aliviada.