En una resolución esperada, el juzgado de lo penal número 25 de la Ciudad Condal emitió este miércoles la sentencia condenatoria en el mediático caso que involucra a la extenista Arantxa Sánchez Vicario y su exmarido, Josep Santacana. La decisión del tribunal fue clara: Sánchez Vicario enfrentará dos años de prisión, mientras que Santacana recibirá una condena más severa de 3 años y 3 meses tras las rejas.
La declaración de la que fuera mejor tenista española en los años 90 es la que ha ayudado a convencer al tribunal de su inocencia, aunque solo de manera parcial, pero evitando entrar en la cárcel como sí hará su exmarido.
El veredicto confirma que ambos llevaron a cabo una estrategia para despojar de sus activos al patrimonio compartido, evitando así el pago de seis millones de euros que debían al Banco de Luxemburgo por un préstamo destinado a saldar una multa de 5,2 millones, previamente impuesta por un fraude fiscal.
La sentencia destaca la admisión de responsabilidad por parte de la extenista: «La acusada ha asumido su responsabilidad respecto de los hechos objeto de acusación, reconociendo su participación en los mismos». Alega que no tenía conocimiento sobre la gestión de bienes, confiándolo siempre a terceras personas, principalmente a su exmarido, a quien incluso le otorgaba la firma en documentos en blanco según sus declaraciones.
1Arantxa Sánchez Vicario y la indeminización
Aunque la pena no supera los dos años de prisión para Sánchez Vicario, la deportista no podrá eludir el pago de la indemnización conjunta de más de 6.600.000 euros al Banque de Luxembourg. Este giro legal plantea la incógnita sobre cómo afrontará la extenista el desafío económico, especialmente después de años apartada del tenis profesional.
Desde que se vio envuelta en problemas judiciales con sus padres y su exmarido, Sánchez Vicario optó por establecerse en Miami, convirtiéndolo en su refugio. Su círculo cercano confirma que no tiene intenciones de regresar, encontrándose feliz junto a sus dos hijos en un exclusivo piso de alquiler en la zona de Midtown. A pesar de las comodidades, la pregunta persiste sobre su capacidad para afrontar los gastos mensuales, especialmente considerando sus fuentes de ingresos limitadas.
En una declaración el pasado septiembre, Sánchez Vicario admitió depender del apoyo financiero de sus amistades más cercanas, realizando esfuerzos notables al dar clases de tenis y participar en la organización de torneos, así como en labores como comentarista. Lamentó no poder vivir exclusivamente del tenis, actividad que la catapultó a una exitosa carrera profesional.
La historia revela un giro sorprendente en la fortuna de Sánchez Vicario, quien en un tiempo acumuló más de 24 millones de euros en premios y contratos publicitarios. Desde su retirada hasta su segunda boda en 2008 con Santacana, confió la gestión de su patrimonio a su padre, Emilio. Sin embargo, tras el matrimonio, delegó esta responsabilidad en su esposo, quien tenía antecedentes legales por estafa y deudas impagadas.
Los padres de la extenista intentaron intervenir, descubriendo el gasto exorbitante de su fortuna. Aconsejaron un acuerdo prematrimonial, pero Santacana rechazó la propuesta. Las propiedades inmobiliarias de lujo y las inversiones en diversas partes del mundo se esfumaron, y la mala gestión financiera, combinada con la crisis inmobiliaria y la estafa piramidal de Bernard Madoff, dejaron a Sánchez Vicario lamentándose por la pérdida total de sus activos, incluyendo sus trofeos.
La sentencia marca el capítulo final de un drama legal que ha expuesto la trágica decadencia económica de una figura destacada en el mundo del tenis. Ahora, queda por ver cómo afrontará Arantxa Sánchez Vicario los desafíos que se avecinan en su vida fuera de la cancha.