«Seguramente». Una sola palabra con la que el Rey Juan Carlos ha confirmado este jueves, en torno a mediodía, su reencuentro con su hijo aprovechando el viaje del Rey Felipe VI a la isla pontevedresa de La Toja para inaugurar el Foro del mismo nombre. Y es que Sanxenxo se encuentra a solo 15 kilómetros de La Toja, propiciando esta cercanía un esperadísimo encuentro -los monarcas se vieron por última vez en enero en el funeral de Constantino de Grecia en Atenas- sobre el que Casa Real no se ha pronunciado y del que la Reina Letizia prefiere mantenerse completamente al margen.
Mientras el Emérito salía a navegar por la costa gallega con su hermana la Infanta Margarita, sus sobrinos Alfonso y María Zurita y el hijo de 5 años de ésta, Carlitos -ahijado de Don Juan Carlos- Doña Letizia ha viajado hasta Málaga para inaugurar el II Congreso Internacional sobre Trata de Seres Humanos, organizado por Betania, y el que se debatirá sobre la importancia de dotar al delito una perspectiva internacional para su erradicación.
Un acto en el que se ha dejado ver de lo más relajada y sonriente, indiferente al posible cara a cara entre Don Felipe y su padre. Aprovechando las suaves temperaturas de gran parte de nuestro país -casi veraniegas en la ciudad andaluza donde se ha celebrado el congreso- La Reina ha lucido un estilismo con el que ha ‘ignorado’ que ya ha empezado el otoño.
El protagonista, un favorecedor vestido de Hugo Boss que estrenó en 2017 y le hemos visto en diversas ocasiones. Un diseño de punto de finísimas rayas en blanco y negro con efecto ‘himnótico’ de largo midi y sin mangas con el que ha presumido, quizás por última vez hasta dentro de unos meses -ya que en breves comenzará a hacer frío- de brazos torneados.
Un vestido que le sienta como un guante, que realza su espectacular silueta, y que ha combinado con unas sandalias destalonadas en color negro, su melena suelta y unos discretos pendientes de perlas.