Organizar el armario puede resultar algo complicado, no tanto de hacer pero sí de mantener. Seguro que después de leer este artículo lo vas a tener mucho más claro porque, además de proponerte mis propios trucos de orden. Es cierto que cada una tenemos distintas circunstancias que facilitan o complican las tareas de organización. Contar con mucho o poco espacio o tener una ropa específica para el trabajo (americanas, uniforme) además de la del fin de semana, son algunas de ellas. Pero, incluso con esas peculiaridades, hay consejos que son (casi) universales o que pueden adaptarse fácilmente.
Todos los trucos que puedes poner en marcha para tu armario
Para salir del paso quizá te sirva hacer un reajuste puntual sobre la marcha, pero si quieres un cambio en profundidad para aprovechar al máximo el espacio, no te queda más remedio que hacerlo desde cero. De esta manera será más fácil valorar el espacio e imaginar otras posibilidades de colocación. Si el armario está lleno no lo visualizarás bien y te agobiarás antes de empezar. Orden y limpieza son dos conceptos que siempre deberían ir unidos.
Aunque el armario tenga puertas no está a salvo del polvo ni de los bichitos así que de vez en cuando, coincidiendo con el cambio de estación por ejemplo, no está de más que le pases una bayeta con agua jabonosa. Una vez limpio, sécalo bien insistiendo en las esquinas y en el fondo de los altillos. Deja que se ventile un poco antes de comenzar a colocar la ropa.
En las zonas con clima más húmedo los armarios pueden terminar cogiendo ese olor tan característico que no gusta nada. Si a ti también te pasa puedes probar con los tres trucos que yo utilizo. Antihumedad. Existen unos dispositivos de plástico en forma de bola o cubo, que con un recambio en forma de tableta absorben la humedad del ambiente recogiéndola en forma de líquido en la cubeta inferior.
Recién planchada. No metas la ropa aún caliente. Si el espacio lo permite, es mejor que cuelgues las prendas en vez de doblarlas. Si las doblas cuando están calientes pueden salir manchas amarillas. Puertas abiertas. De vez en cuando es bueno dejar abiertos los armarios para que se ventilen. Una solución fantástica y muy fácil. Los que se cuelgan en la barra son comodísimos y tienen una agradable fragancia que se potencia al moverlos un poco.
¡Qué gustazo abrir el armario y que huela a limón, fresa o a tarta de chocolate con caramelo si prefieres! Hay un montón de trucos para que tu casa huela siempre a limpio sin complicarte nada. Bolsitas perfumadas. Tan fácil como distribuirlas por distintas partes del armario, como la barra, los cajones o las baldas. Frasco de colonia. Un truco 10 para cuando queda poca colonia es dejarla abierta en el estante central del armario a modo de ambientador. Saquitos de olor DIY. Rellena una bolsita de las que se utilizan para meter joyas con lavanda, canela o pétalos. Ciérralo bien y deja que actúe.
Ahora que tienes el armario a punto viene la parte práctica. Para empezar, prohibidísimo volver a meter la ropa sin revisar. Imprégnate del espíritu de Marie Kondo u otra gurú del orden y ponte seria ¡saldrás ganando!. Si hay cosas que sabes que no te vas a volver a poner dónalas o directamente tíralas si están mal. Te quitarás un peso de encima que no te deja avanzar. ¿Un botón suelto? ¿Un dobladillo descosido? O lo arreglas antes de volver a guardar esa prenda o te aseguro que no te la volverás a poner por la sencilla razón de que no la tendrás lista cuando la necesites. ¡Fuera pereza!.
Sobre aquellas prendas que te generan dudas, Cristina te propone el truco de las cintas de color. Ata una cinta azul en las perchas de esas prendas que te han hecho sentir bastante bien, una de color verde, en las que no demasiado y otra amarilla, en las que te has visto desfavorecida. Cuando vuelvas a hacer revisión tendrás más claro qué hacer con ellas.
Una vez tomada la decisión, Cristina recomienda que te tomes un rato para observar con qué prenda del armario puedes combinarla. Lo recomendable es poder hacer al menos 2 o 3 combinaciones con cada una. Si no hay nada piensa bien con qué te gustaría hacerlo y apúntalo en tu lista de deseos. Recuerda que es importante saber qué colores y formas te encajan para ahorrarte tiempo y dinero.
Piensa con detenimiento cuáles son las prendas que más utilizas y procura tenerlas más a mano. Para que un sistema te resulte práctico tiene que funcionarte a ti. Y si algo no te convence puedes probar y a los pocos días revisar y cambiar. Un sistema que no falla. En mi caso lo tengo ordenado por chaquetas gruesas, camisas y camisetas, chaquetas finas, pantalones y faldas. ¿Por qué ese salto entre chaquetas de un tipo y chaquetas de otro? Porque las gruesas las pongo poco y las finas un montón, así que tenerlas agrupadas no me resultaba nada práctico.