Champiñones: el mejor relleno para un entrante irresistible

Las latas de conserva son uno de nuestros mejores amigos en la cocina… si no tenemos prejuicios. Cuando no queda ningún producto fresco en la despensa; cuando el congelador está vacío hasta en las esquinas; o cuando ya no son horas de comprar… las latas nos salvan.

Los champiñones son sin duda uno de los hongos más usados en la cocina, por su versatilidad y su buen precio. Podemos preparar recetas con champiñones durante todo el año porque los encontramos siempre; tienen un sabor delicado que se lleva bien con cualquier tipo de preparación; son económicos y además tienen pocas calorías… ¡qué más podemos pedirles!

Tienen que estar siempre. Sus fechas de caducidad (lejanísimas) nos permiten almacenarlas en el armario de la cocina y olvidarnos. Ya surgirá el momento y la necesidad. Sólo queda despachar los prejuicios y pensar qué podemos hacer con ellas, qué podemos cocinar. Siempre hay muchas posibilidades. Por ejemplo, estos champiñones rellenos con bonito.

Ingredientes

Champiñones: el mejor relleno para un entrante irresistible

Champiñones grandes (12)

Bonito (una lata de 90-100 gr)

Cebolla (media)

Ajo (1 diente)

Limón (medio)

Pan rallado

Perejil picado

Salsa de soja

Aceite de oliva virgen extra

Preparación de la receta

champiñones

Precalentamos el horno a 180º. Picamos fino la cebolla y el diente de ajo. Mezclamos en un bol la lata de bonito, con la cebolla, el ajo y una chucharada de aceite de oliva. Le añadimos el zumo del medio limón, media cucharadita de soja y perejil picado. Le quitamos el pie a los champiñones (podemos picarlos y añadirlos a la salsa).

Rellenamos los ‘champis’ con la mezcla. Engrasamos una bandeja de horno y encima colocamos los champiñones. Espolvoreamos con un poco de pan rallado y metemos al horno. En cuanto veamos que se tuestan los sacamos (serán unos 10 minutos).

Todas las recetas que puedes hacer con champiñones

Champiñones: el mejor relleno para un entrante irresistible

Los champiñones son uno de esos comodines de la cocina que lo mismo valen para un roto que para un descosido, casa casi con cualquier ingrediente e igual hace buen papel de plato único que como guarnición y acompañamiento.

Resumiendo: a los champiñones no les gusta el agua, y empiezan a desintegrarse cuando se mojan, por lo que los profesionales recomiendan pasarles un paño limpio, sin más. Si prefieres lavarlos, prepáralos inmediatamente después, no esperes (no es necesario pelarlos). Refrigéralos siempre si no los vas a consumir enseguida, tapados de forma que respiren para alargar su vida útil y prepáralos en horno o microondas mejor que fritos o cocidos en agua; conservarán mejor sus nutrientes.

Con los champiñones crudos. Empezaremos por las combinaciones con champiñón que requieren el mínimo esfuerzo: las que llevan los champiñones en crudo. Qué sí, que el humilde champiñoncete se puede consumir en crudo, abrid vuestras mentes.

Un buen ejemplo es esta sencillísima ensalada de champiñones crudos con tomate y vinagreta: los champiñones crudos bien aderezados están riquísimos y tienen un aroma muy especial (a sotobosque, como dice nuestra coordinadora Mònica Escudero). Aquí los champiñones finamente laminados -ayuda disponer de una mandolina, aunque no es imprescindible- coronan una mezcla razonablemente clásica de buen tomate y cebolleta picada.

Bañados en una vinagreta de mostaza y miel, te preguntarás por qué no inventaste tú esta ensalada. Nuestra otra opción, estos champiñones con cuscús, limón y menta, llena más que una ensalada solamente de hortalizas gracias al hidrato de carbono del cuscús. Si usas una pasta fresca, que se cuece en tiempo récord, tendrás una cena rápida, pero completa y bastante equilibrada (sobre todo si es integral).

Una de las técnicas que no pueden faltar si hablamos de alimentos crudos es el tartar. Como dice la autora de esta receta, Clara Pérez Villalón, no hace falta ser vegano para atizarte un delicioso tartar de champiñón, debidamente aderezado casi con los mismos ingredientes que usaríamos para el clásico tartar de carne. Siguiendo con los trampantojos, ¿qué me decís de estos chulísimos macarons de champiñones y queso? Se hacen con la mitad superior del sombrerete de la seta y parecen pequeñas hamburguesas abrazando un relleno de queso crema, salmón ahumado y cebollino. Un entrante, aperitivo o -si los sirves con un poco de rúcula y arroz hervido- cena completa, perfecta para agasajarte cualquier noche que tengas cuerpo de jota. Piénsalo.

Con los champiñones cocinados. Seguimos con otro capítulo de recetas -más tradicionales, si queréis- en la que el champiñón va cocinado. La sartén de guisantes, trigueros y champiñones es un revoltillo de hortalizas que solo lleva un ratito de cocer los guisantes, si los usamos frescos, y saltear todos los ingredientes en algo de aceite de oliva hasta que los espárragos trigueros dejen de estar crudos, pero mantengan su punto crujiente.

Poner unos cuantos champiñones laminados y tostados a la plancha con unas gotas de aceite de oliva dentro de un sándwich, como sugeríamos en este artículo sobre el sándwich mixto, no solo es una gran idea gustativamente hablando, sino que convierte el ínclito sándwich en un plato algo más equilibrado. Si eliminas el jamón (sea de la índole que sea) y dejas los champiñones con el queso tendrás un bocadillo igualmente rico, pero ovolactovegetariano y más ligero.