Hace tan solo unos días nos sorprendía la noticia de la separación de Elena Tablada y Javier Ungría después de seis años de relación – en los que siempre se mostraron enamoradísimos – y una hija en común, Camila, de dos años. Era la propia diseñadora la que confirmaba este inesperado impass en su matrimonio con un comunicado en sus redes sociales en el que, sin entrar en detalles, sí explicaba los motivos de su decisión: «Hemos decidido dar un pare para así poder respirar y ver en qué consiste realmente la felicidad«.
«Confío en el plan que tiene Dios para mí, para mi familia y en que el tiempo nos haga valorar lo afortunados que somos» añadía, dejando entrever que su ruptura no es definitiva y asegurando que, a pesar del delicado momento actual que está atravesando su relación, «el respeto entre nosotros es profundo y latente, y creó un ser maravilloso por el que estaremos unidos siempre».
Horas después de estas palabras, Elena ponía rumbo a Ibiza, donde la hemos visto arropada por sus amigos, intentando desconectar y cargar fuerzas de cara a un otoño que no sabe qué le deparará en lo personal. Mientras tanto, Javier Ungría ha disfrutado de unos días con su hija Camila – la prioridad de ambos en estos momentos – alejado del foco mediático y guardando silencio sobre su separación.
De regreso en Madrid, el empresario ha roto su silencio y, con la amabilidad que le caracteriza, ha desvelado cómo se encuentra y cómo es su relación actual con Elena: «Estamos muy bien, en un momento bien. Son decisiones que hemos tenido que tomar, pero muy bien, nos llevamos muy bien y está todo fenomenal», afirma.
Sin cerrar las puertas a una posible segunda oportunidad en un futuro Javier asegura que aunque «de momento estamos así y estamos muy bien«, tiene claro que su ruptura no es definitiva porque «la vida nunca se sabe». «De momento es lo que hay y ya está. Todos bien, ¿vale?» explica.
Muy discreto, sin embargo, el empresario ha evitado pronunciarse sobre las imágenes que publica la revista ¡Hola! de la diseñadora llorando y, con un esquivo «no lo sé» desliza que desconoce si Elena lo está pasando mal con su separación.