Después de una semana de lo más intensa en la que el Rey Felipe no ha faltado a su cita diaria con la Copa del Rey MAPFRE de vela, ya que navegar es una de sus grandes pasiones, la competición apura sus últimas horas con el barco capitaneado por el monarca, el Aifos 500, luchando sin demasiadas opciones por hacerse con la victoria en su categoría, la clase BMW ORC 1.
Sin embargo, la penúltima jornada del torneo ha comenzado de un modo un tanto ‘accidentado’ para su Majestad, que llegaba puntual a primera hora de la mañana al Real Club Náutico de Palma de Mallorca para ponerse, una vez más, a los mandos del velero. Sonriente, con gafas de sol y su ‘uniforme’ en los últimos días – un polo blanco, unas bermudas cámel y una visera con el nombre del Aifos 500 bordado en la parte frontal – Don Felipe ha embarcado dispuesto a recortar distancias con el líder de su categoría y hacer un buen papel en las tres mangas que se disputarán este viernes.
Relajado, sonriente y muy cercano, hemos visto al Rey charlando amistosamente con los miembros de la tripulación, afanados en ultimar los preparativos para lanzarse a regatear un día más. Sin embargo, y tras varios minutos a bordo del barco – anclado en el pantalán – hemos visto a Don Felipe hablando por teléfono muy serio, poco antes de abandonar el Aifos 500 y regresar al Club Náutico.
¿El motivo? La falta de viento en la bahía de Palma, que ha aplazado las regatas hasta que las condiciones fuesen las adecuadas para poder navegar. Algo que no ha tardado en suceder, momento en el que el monarca ha vuelto a reunirse con sus compañeros y a embarcarse – por segunda vez en pocas horas – en su velero, dispuesto ahora sí a darlo todo en la recta final de la Copa que lleva su nombre y que este sábado entregará, como es habitual, su Majestad.