No pudo ser. Kiko Matamoros partía como uno de los grandes favoritos de esta edición de Supervivientes pero, después de 72 días de aventura en los que nos ha regalado momentos inolvidables y de ser salvado por la audiencia hasta en 9 ocasiones, este domingo perdía la batalla contra Marta Peñate, convirtiéndose en el último expulsado del reality.
Deseando retomar su vida y volver a la realidad, el colaborador ya ha regresado a España y este martes, a primera hora, aterrizaba en el aeropuerto de Madrid procedente directamente de Honduras. Delgadísimo y con un bronceado imposible de pasar por alto, Kiko ha presumido de su estilo innato con una camisa, una sahariana en verde caqui, gorra y gafas y, al igual que el resto de los expulsados, ha lucido unos enormes auriculares – que no le ha hecho ninguna gracia tener que ponerse – para no escuchar nuestras preguntas.
Muy serio y con aspecto cansado, el padre de Laura Matamoros ha abandonado la terminal sin decirnos absolutamente nada, evitando contarnos cómo se encuentra, cuáles cree que fueron los motivos de su expulsión o si se siente orgulloso el concurso que ha hecho.
Silencio absoluto sobre las ganas que tiene de reencontrarse con sus hijos, sus nietos y su novia Marta, a quienes muchos acusan de ser la culpable de su salida del reality por la mala defensa que ha hecho de él en los platós. Algo que Kiko ha preferido no comentar, bajando la cabeza y haciendo gestos de extrañeza, como cuando ha escuchado que Makoke ha debutado en la lista de morosos de Hacienda, en la que él continúa un año más.
Además, hemos podido preguntar también al tertuliano qué le parece la relación de Anabel Pantoja y Yulen y si cree que el deportista se ha arrimado a la sobrina de Isabel Pantoja para ganar Supervivientes, pero Matamoros ha guardado silencio; como cuando ha salido el nombre de su hija Anita, a la que no sabemos si intentará acercarse tras su aventura en Honduras.
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