Cuántas veces habremos oído que con el colesterol hay que tener cuidado, que hay que cuidarse un poco para evitarlo. Y es que éste, si se acumula en las arterias, puede ser un importante factor de riesgo de enfermedad cardiovascular –el primero es la hipertensión–. Unas cifras de colesterol por encima de lo deseado son igualmente perjudiciales en hombres y en mujeres, pero éstas deben prestarle especial atención a partir de los 50 años porque, al llegar la menopausia, el descenso de estrógenos provoca un aumento de estos lípidos en sangre. Y por si uno no tiene ya suficiente miedo en el cuerpo hay que recordar que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres.
1Colesterol malo y bueno
Para reducir el colesterol en algunos casos será necesaria medicación, pero incluso en aquellos en los que deba recurrirse a fármacos como las estatinas, la dieta es un pilar básico para mantener estos lípidos a raya. En realidad es una grasa necesaria para producir membranas celulares, hormonas, vitamina D o la bilis. El hígado lo produce para estas tareas concretas y cuando comemos alimentos como carnes grasas, embutidos o lácteos enteros añadimos colesterol adicional. El LDL (lipoproteína de baja densidad), conocido como «colesterol malo», lo lleva donde el cuerpo lo necesita, mientras que el HDL (lipoproteína de alta densidad, el «colesterol bueno», recoge el sobrante y lo devuelve al hígado para descomponerlo. El exceso del LDL o malo es muy perjudicial porque se acumula en los vasos sanguíneos engrosando la placa de ateroma y aumentando el riesgo de rotura.