Rigoberta Bandini ha sido toda una revolución para nuestros oidos en este 2022, desde que la joven decidiese presentarse al Benidorm Fest para representar a España en Eurovisión por su canción Ay mamá, no hemos podido parar de escucharla allá por donde vamos. Y es que se ha convertido en todo un fenómeno nacional. Imagen del feminismo, gracias a esa faceta tan reivindicadora y a ese carácter de lucha social, Rigoberta ha conseguido enamorar a todos. Ahora, tras el éxito que ha cosechado su single más famoso, ha decidido estrenar su videoclip, la cantante esperaba tener buena acogida gracias a que tiene una gran legión de fans, pero parece ser que estos se han vuelto en su contra y se han vuelto los más críticos. Sigue leyendo y entérate que es lo que ha pasado con ella.
4Así termina la historia de la joven
Ante ello, Nazareth, que es así como se llama la joven, no ha podido ocultar su disconformidad con el proyecto final: «En resumen, quería un video bonito pero que no pique demasiado, no vaya a ser que moleste de verdad. Pero qué quieres que te diga, si eres capaz de que una cara gigante de Mark Zuckerberg hecha en 3D regulero encaje en el videoclip, si quieres y te apetece y empatizas, puedes hacer que escenas de pechos reales encajen en una canción que habla del miedo a los pechos reales. Si a un director no le encajan unos pechos, la culpa no la tiene Marc Z, la tiene el director mismo y nadie más«.
Finalmente, la artista zanjó el tema de la siguiente forma: «No sienta bien que te desnudes por un mensaje y al final no encajes, te echen del mensaje. Cuesta creer que un videoclip admita láseres en los pechos, pero pechos cicatrizados no. Que admita pechos de obras de arte, pero que los pechos reales no sean dignos de salir en obras de arte llamadas videoclips. Delacroix tuvo más agallas, la verdad. En fin, doy gracias a las seis mujeres que ese día enseñamos los pechos y nos apoyamos con miradas, sonrisas y ánimos durante toda la tarde. Estamos haciendo las cosas bien, chicas, que nadie nos tape, ni los pechos, ni nuestras voces, ni nuestro mensaje. No sé por qué acabaron dando tanto miedo nuestras tetas».