A quién no le apetece una ensalada ahora que llega el buen tiempo. Si en otras épocas del año sirve la mayor parte de las veces como acompañante de cualquier otro plato caliente, ahora nos puede servir como principal de cualquier comida. Sobre todo si, como es en el caso de la receta que nos ocupa, la que vamos a realizar con garbanzos. Hay que tener en cuenta que las legumbres son muy importantes en nuestra alimentación y por ello tienen que estar presentes todas las semanas, a ser posible incluso en 2 o 3 raciones, en cualquier menú semanal. Por ello, una buena opción, ligera y rápida, es hacer ensaladas, que admiten muchas variaciones.
1El aporte del garbanzo a la ensalada
Lo bueno de hacer una ensalada con garbanzos es que éstos, además de ser una legumbre indispensable en los pucheros tradicionales, destacan por ser una fuente destacable en hidratos de carbono de absorción lenta, que producen una asimilación gradual de la glucosa, lo que evita el desequilibrio de los niveles de azúcar y genera una energía constante. Son muy proteicos, pero al mismo tiempo, muy pobres en grasas saturadas y ricos en fibra, por lo que contribuye a regular el colesterol. Su riqueza en fibra mejora el tránsito intestinal y contribuye a que la absorción de los hidratos de carbono sea todavía más lenta. Además tienen muchos minerales, fósforo, hierro y magnesio y es muy rico en vitaminas B1, B6 y ácido fólico.