Lo mejor de las alitas de pollo es que son piezas pequeñas, con poca carne, pero al mismo tiempo jugosas, tiernas y sabrosas. Por ese motivo lo mismo se pueden tomar como aperitivo que como entrante o acompañante. Al igual que el pollo, las alitas son muy versátiles en la cocina, ya que se pueden preparar de mil formas. Se pueden freír, empanar, rebozar o, para que sean más saludables, se pueden cocinar al horno. Esta es la manera en la que vamos a hacer las nuestras, ya que así tendrán menos aceite y serán menos calóricas, sin contar que de esta manera estarán aún más deliciosas.
5Cómo conseguir que estén crujientes
Como ha quedado claro, preparar unas alitas de pollo rebozadas es muy sencillo. La única dificultad puede radicar en tratar de que queden crujientes. Para conseguirlo, se pueden poner en práctica una serie de soluciones, como rociarlas con un poco de zumo de limón por encima. Es uno de los trucos más habituales y con el que, a su vez, se consigue que se resalte más el sabor del pollo. Otra opción es emplear sobre las alitas levadura de tipo Royal. Gracias a ésta ni tan siquiera tendrías que pasarlas por la sartén para que estén más crujientes. También se pueden rebozar las alitas en cereales y freírlas a fuego fuerte en la sartén. Otro de los trucos más habituales para conseguir que estén crujientes es mezclarlas con maicena, levadura, sal y pimienta. Una vez rebozadas, se elimina el exceso y se deja solo una capa muy fina en la superficie. Si no lo haces, se corre el riesgo de que queden muy pastosas y se note demasiado el sabor de la harina.