Jesús Janeiro y María José Campanario siguen estando de actualidad, y es que desde que el matrimonio anunciara su tercer embarazo, no se ha dejado de hablar de cómo están viviendo estos meses tan felices. Esperan impaciente la llegada de su hija, que tendría lugar el próximo mes de junio tras afrontar un embarazo de riesgo, no solo por la edad de ella sino por la enfermedad que padece. Pero el matrimonio ha tenido sumo cuidado y por ello Jesulín se ha puesto el traje de chófer para llevar a su esposa diariamente a preparar el parto que está cada día más cerca.
Jesulín y María José Campanario, más cuidadosos y unidos que nunca
Jesús Janeiro se encuentra en un momento espléndido. Trabajo no le falta pues es se encuentra participando en El Desafío, donde le hemos visto hacer una montaña de sillas, tocar instrumentos y lucirse en la tan complicada prueba de la apnea. El torero no va por mal camino en el concurso que tantas horas de trabajo le suponen -por las grabaciones y preparaciones de las pruebas-, sin embargo eso no le ha impedido dedicarse también en cuerpo y alma a su esposa. Y es que la Campanario se encuentra en la recta final de su embarazo y para preparar el parto se ha inscrito a unas clases en un gimnasio. Y quién le iba a llevar a esta cita diaria si no es su Jesulín.
A dos meses de dar a luz, María José está más que centrada en su salud y la de su bebé, que por cierto, ya sabemos que será una niña. Así, continuando con su discreción, la odontóloga solo se deja ver en un gimnasio de Cádiz al que cada día le lleva su marido desde Arcos de la Frontera. Y no solo eso porque la revista Lecturas asegura que de principio a fin, el torero espera pacientemente en el coche hasta que sale de hacer sus ejercicios. El matrimonio está decidido a afrontar con la mayor preparación y tranquilidad posible esta nueva paternidad, y no quieren tomar ningún riesgo. Especialmente por María José, a quien hace más de una década diagnosticaron fibromalgia, una enfermedad sin cura caracterizada por provocar gran dolor físico y que en ocasiones ha obligado a la odontóloga a estar ingresada.