Los champiñones al ajillo es una de esas recetas clásicas de las que se puede disfrutar tanto en guarnición para una carne como de aperitivo, antes de comer propiamente dicho. Lo bueno de la misma es que el producto principal además de ser altamente nutritivo es barato y tiene un sabor delicado que se puede adaptar perfectamente a infinidad de platos. Y por si con lo anterior no bastara hay que tener en cuenta que este plato puede ser una buena manera de incorporar vegetales a nuestra dieta, sin contar con que se prepara en un abrir y cerrar de ojos, por lo que aunque uno sea muy ducho en la cocina a buen seguro que logra una guarnición de esas con las que se agradece tener pan a mano, sobre todo porque la mezcla de aceite de oliva y jugo que sueltan los champiñones da lugar a una salsa de sabor espectacular.
5Muchas combinaciones
Otra ventaja de los champiñones es que se prestan a múltiples platos en la cocina. Por un lado funcionan muy bien en tortillas, tartas saladas o como base de patés vegetales, pero por otro también combinan genial con ensaladas, salsas, en preparaciones sencillas (fritos o a la plancha) o en elaboraciones más largas, como estofados. Lo que no se puede hacer, como con la mayoría de los alimentos, es abusar de ellos, ya que si se come en exceso champiñones (ya bien sea como plato principal o acompañante) éstos pueden producir efectos secundarios como elevar el ácido úrico, causar dolores en las articulaciones y ocasionar trastornos musculares. Lo recomendable para no tener ninguno de estos efectos a posteriori es que la cantidad consumida se limite, como máximo, a una ingesta tolerada de 100 gramos frescos por semana en una o más comidas. Con esa proporción no sólo no tendremos ningún problema sino que mejoraremos nuestro organismo.