Pocos productos como la croqueta tienen tanta aceptación en nuestra sociedad. Raro es ver a personas a las que no les gusta esta porción de masa hecha de una salsa densa como la bechamel y un picadillo de diversos ingredientes, que ha sido rebozada en huevo y pan rallado, y frita en abundante aceite, lo que le proporciona una textura crujiente y un color dorado. Generalmente son saladas, tienen forma ovalada y se sirven calientes ya sea como entremés o guarnición, aunque también las hay que son dulces y se sirven como postre. La croqueta moderna es de origen francés, aunque lo cierto es que la técnica de reaprovechar las sobras rebozándolas se remonta, por lo menos, a la Antigua Roma. En un principio consideradas una preparación «ordinaria», con el tiempo se han convertido en un plato tradicional tanto de la cocina española como de la italiana o incluso la neerlandesa. Aquí vamos a ver el truco para lograr que estén líquidas por dentro, lo cual ya es casi un producto gourmet.
5Trucos para que queden perfectas
Aunque como se ha visto hacer croquetas líquidas no es nada complicado, el «arte» de hacerlas bien se consigue haciendo muchas, sobre todo porque esta modalidad es muy diferente a las habituales. Explotan en la boca y su interior se derrama por toda la cavidad. Por ello siempre vienen bien consejos como el de que en el momento de freírlas croquetas, para que no baje la temperatura del aceite, conviene hacerlo en pequeñas tandas de dos o tres. También hay que dejar 1 hora + tiempo de reposo de la masa para poder prepararlas y con las cantidades que aquí se han indicado al principio salen unas 27-28 croquetas, en función del tamaño que les deis. Si se hace el doble de cantidad se pueden congelar unas cuantas (siempre sin freír) y así las tendréis disponibles para cualquier día. Para congelar las croquetas lo mejor es colocarlas en una bandeja separadas entre sí. Después de 12 horas, cuando estén duras como piedras, se pasan a una bolsa limpia y cerrada. Para freír las croquetas no es necesario descongelarlas. Se fríen en aceite muy caliente durante 2 minutos moviendo la sartén en vaivén para no tener que tocarlas. Y los tropezones, cuanto más pequeños mejor, se pueden variar al gusto. Están riquísimas las de boletus, queso azul y nueces, carabineros, de pavo, de cocido o las clásicas de pollo.