Pocos productos como la croqueta tienen tanta aceptación en nuestra sociedad. Raro es ver a personas a las que no les gusta esta porción de masa hecha de una salsa densa como la bechamel y un picadillo de diversos ingredientes, que ha sido rebozada en huevo y pan rallado, y frita en abundante aceite, lo que le proporciona una textura crujiente y un color dorado. Generalmente son saladas, tienen forma ovalada y se sirven calientes ya sea como entremés o guarnición, aunque también las hay que son dulces y se sirven como postre. La croqueta moderna es de origen francés, aunque lo cierto es que la técnica de reaprovechar las sobras rebozándolas se remonta, por lo menos, a la Antigua Roma. En un principio consideradas una preparación «ordinaria», con el tiempo se han convertido en un plato tradicional tanto de la cocina española como de la italiana o incluso la neerlandesa. Aquí vamos a ver el truco para lograr que estén líquidas por dentro, lo cual ya es casi un producto gourmet.
3Cómo hacerlas
A la hora de preparar las croquetas líquidas, lo primero que tenemos que hacer es verter la masa en un plato hondo, y luego cubrir con papel film (que toque la bechamel) para que no se forme costra. Se deja enfriar antes de pasar a la nevera y en ésta se deja que repose entre 3-4 horas o hasta que esté bien fría. Se puede dejar en la nevera hasta el día siguiente o incluso más. Cuando se quieran servir las croquetas retiramos la masa de la nevera y nos preparamos para rebozarlas en harina, huevo y pan rallado. Lo normal es preparar tres platos, uno con cada uno de los ingredientes anteriores, y tomar pequeñas porciones de masa, boleándolas. Las piezas han de ser pequeñas porque estas croquetas, al ser líquidas, se comen de un bocado. Se rebozan las bolitas de masa en harina, después en huevo batido y, por último, en pan rallado.