La guerra de la Campos continúa en su punto más álgido y haciendo correr ríos de tinta. Con la matriarca, María Teresa, al margen y redecorando su nuevo hogar, Carmen Borrego y Terelu lanzan, cada una a su manera, ataques desde sus respectivos terrenos de juego, mientras que Alejandra Rubio se mantiene en el centro como el elemento de discordia entre ambas mediáticas hermanas.
Si bien es cierto que Carmen, que ha recibido en las últimas semanas valoraciones muy positivas en su nuevo puesto de trabajo que se han traducido en un incremento en la autoestima de la colaboradora televisiva, ha mostrado una actitud más conciliadora respecto a su familia, el hacha de guerra aún no está del todo enterrada.
Carmen ya no se dirige a Alejandra como «la hija de mi hermana», sino que ratifica con rotuntidad que es su sobrina. «No, no, es mi sobrina», afirmó con contundencia mientras esperaba a su marido, José Carlos Bernal. En esta línea más pacífica, al coincidir con su hermana en el cumpleaños de Belén Esteban también aseguró que el reencuentro iba a estar marcado por la cordialidad: «No os penséis que nos vamos a matar, que no hay ningún problema, de verdad».
Pero hay una condición en la que Carmen no da su brazo a torcer y que es indispensable que se cumpla para firmar la paz: la llamada de su hermana. La colaboradora televisiva la lleva pidiendo desde hace tiempo en público y no desaprovecha la ocasión para recordarlo: «Que me llame ella». Terelu ya ha confesado que si recibe la llamada de su hermana le cogería el teléfono, pero Carmen espera que sea ella quién dé el paso.
Así están Carmen y Terelu, esperando cada una la llamada de la otra y la casa sin barrer a poco más de un mes de la Navidad. Por suerte, si la deseada llamada no se produce por parte de ninguna, María Teresa podrá reunir a sus polluelas alrededor de su nueva mesa y ahí no hará falta teléfono para comunicarse y enterrar el hacha de guerra hasta nueva contienda.