Hace algo más de un año, el 3 de agosto de 2020, conocimos la noticia de la ‘huida’ de Juan Carlos I a Emiratos Árabes. Rodeado de polémica, el emérito quería facilitar el reinado de su hijo Felipe VI y que no se viera salpicado por la repercusión pública de sus presuntos negocios irregulares en el extranjero. Comenzaba entonces un periodo de exilio, en principio voluntario, que le mantendría fuera de España seis años después de que abdicara.
1La abdicación, un lavado de cara para la Familia Real
> En diez años, la popularidad de la Casa Real ha pasado, según una reciente encuesta del CIS, de un notable alto en 1995 a un suspenso en 2015. El notable desgaste de la institución, se agravó durante los últimos años de reinado de Juan Carlos I con los sucesivos escándalos que supusieron: el caso Nóos, la cacería de elefantes en Botsuana o la aparición de informaciones sobre la relación del monarca con la empresaria Corinna Larsen, entre otros.
La abdicación de Juan Carlos I en 2014 era una forma de lavar la cara a la Familia Real. Felipe VI se ha esforzado por mostrar mayor austeridad y transparencia en la institución. De hecho, la lejanía del Rey con su padre se iba haciendo más notoria. El último movimiento fue la retirada de la asignación pública anual a su padre y su renuncia a la herencia.
La reacción de la Casa Real se produjo tras algunas informaciones en las que el rey Felipe VI aparecía como beneficiario de una sociedad creada por su padre. Esto vinculaba a Felipe VI con los 65 millones de euros procedentes de las presuntas comisiones que el Rey Emérito se llevó por la construcción del AVE a La Meca.
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