El 29 de julio de 1981 una jovencísima Diana Spencer se dirigía al altar. La expectación era máxima, la historia era de «cuentos de hadas» y la ceremonia fue considerada como «la boda del siglo». En el fondo era el inicio de un icono, y los símbolos no nacen solo de una apariencia espectacular, sino de unos valores trascendentales que se reflejan, creando una imagen única.
4Imagen de un icono
> Diana necesitó madurar para tomar su poder personal. Sin embargo, visto con perspectiva, en su boda ya dio señales de que no era una chica cualquiera como podía parecer. «Lady Di procedía de una familia aristocrática, así que casarse con el príncipe Carlos suponía un cambio, pero, sobre todo, por la proyección pública. Un dolor de cabeza para una chica tímida que, además, se casa con un hombre catorce años mayor que ella.
Diana se mantuvo fiel a su pelo corto durante su vida con algunas variaciones con el largo y el modo de peinarlo cuando superó su timidez. El hecho de llevar la tiara de su familia y diseñar su propio vestido dice mucho de un posicionamiento ante un nuevo estatus en el que no se siente en desventaja ni en inferioridad. Reafirmar los originales valores que aportaba son lo que la convirtieron en un icono.», afirma Charo García de Ilitia Beauty & Science desde Balmaseda (Bizkaia)