Hace dos días tuvo lugar el juicio de Britney Spears contra su padre, una guerra judicial, pero sobre todo personal que lleva acarreando trece años y con la que ya no puede más. La reina del pop desea sentirse libre y este jueves puso punto y final al calvario al que lleva siendo sometida desde hace años.
Desde 2008 Britney Spears no lleva las riendas de su vida, es su padre quien controla de manera extrema todos los movimientos de la cantante desde que, por decisión judicial, tuviese su custodia.
Un momento determinante para la vida de la cantante. Pues, cuando supo de esta decisión judicial, sufrió un colapso nervioso que hizo que todos sus fans se preocuparan por el estado en el que se encontraba.
«He mentido a todo el mundo diciendo que estoy bien y soy feliz, estoy en shock, estoy traumatizada. Estoy tan enfadada que es una locura» declaraba este pasado jueves en el juicio contra su padre. «No estoy contenta, no puedo dormir, estoy enojada y deprimida, lloro todos los días. Señoría mi papá y todos los involucrados en esta custodia, incluida mi manager deberían estar en prisión» añadía la artista.
Britney Spears relataba así su pesadilla desde que su padre se hizo con el control de su vida, con su custodia, nada ni nadie podría entrometerse en la vida de la artista y él, con todas las personas que le rodeaban, manejaban sus sentimientos como si fuera una marioneta.
La jueza aseguró que el testimonio de la cantante había sido muy valiente y le agradeció su sinceridad. De esta manera, se decidió acordar con las distintas partes implicadas una nueva sesión, para la que todavía no hay fecha.
Parece que poco a poco Britney Spears ve la luz al final del túnel, de estos años de tristeza y dolor que ya no se los devolverá nadie, pero que la justicia tiene el poder de hacer que termine su calvario.