El pasado viernes Iñaki Urdangarín abandonaba el Centro de Inserción Social de Alcalá de Henares y se despedía definitivamente de sus compañeros en el Hogar Don Orione, cerrando un ciclo en Madrid y trasladándose a Vitoria para cumplir el resto de su condena y disfrutar de su familia gracias a la semilibertad que obtuvo a mediados del mes de enero con el tercer grado penitenciario.
En Vitoria desde el pasado fin de semana, el marido de la Infanta Cristina pernoctó anoche por primera vez en la prisión de Zaballa y, según aseguran diversos testigos, esta mañana ha estado nadando en un polideportivo cercano a la casa de su madre.
Mientras esperamos expectantes que Urdangarín empiece en su nuevo puesto de trabajo como consultor en un céntrico bufete de abogados de la ciudad alavesa, hemos podido hablar con la madre del exjugador de balonmano, Claire Liebaert, que se confiesa feliz de tener a su hijo por fin cerca.
– Perdone que le molestemos ¿qué tal está?
– Hombre, estoy bien, estoy contenta por supuesto. Muy bien.
– ¿Cómo está Iñaki?
– Todavía está… le cuesta, le cuesta.
– ¿Pero esto es una alegría no?
– Es una alegría de verdad que sí. Estamos todos muy contentos.
– Que el hijo haya vuelto a vivir a casa después de estos años…
– Ya… tantos años sí.
– ¿Se esperaba que fuera esto tan rápido?
– No, bueno, tenía que ser tarde o temprano, pero bueno.
– ¿Cómo se encuentra Iñaki de ánimo?
– Le cuesta un poco volver a la normalidad y a la realidad. Le cuesta, pero ya poco a poco.
– ¿Con ganas de volver a trabajar?
– Sí.
– Le esperábamos esta mañana en el bufete, pero no ha aparecido.
– No sé, ha salido, pero no lo sé.
– ¿Usted sabe cuándo empezará?
– No tengo ni idea, de eso sí que no me meto en nada ni se nada. De verdad que no.
– ¿Se quedará en su casa los días de permiso no?
– Bueno, durante la semana duerme en la cárcel y luego el fin de semana supongo que no. Todavía no ha tocado, no lo sé.
– ¿Cómo ha pasado esta primera noche?
– Creo que bien, no se ha quejado. No es quejica, no es quejica. Bueno dejarme por favor.
– ¿Con ganas de ver a la infanta y a sus hijos y usted a sus nietos?
– Sí, pero de momento con el Covid… Conmigo, además de mayor…
– Por lo menos le tiene aquí en casa ya…
– Sí, y estoy acompañada y me cuida. Me cuida ¿eh? Me cuida, ¿vale? Pues nada