Gema López ha conseguido estar en primera fila mediática durante años y no se ha sabido nada de su vida privada. Esto, sin duda, es un logro que muy pocos tertulianos han conseguido. Pero no todo ha sido color de rosa en la vida profesional de Gema, pues en las últimas semanas ha sufrido una traición que le ha puesto en la picota: para su desdicha, la separación con su marido ocupó las portadas de todos los medios de comunicación. Por sorpresa, este tema desapareció por completo en cuestión de días. ¿Qué poder tiene Gema para hacer desaparecer este tema tan candente? Te lo desvelamos, a continuación.
1De periodista a personaje
> Gema López puede gritar a los cuatro vientos que, desde sus inicios en televisión, su vida privada ha pasado a un segundo plano. Al igual que muchos de sus compañeros de profesión, como María Patiño, Kiko Hernández o Jorge Javier Vázquez, sus problemas personales no han formado parte de la farándula. Al menos, hasta hace unas semanas, cuando la tertuliana vivió en primera persona lo que es una traición. Muy cabreada, Gema vivía en directo como su compañera y amiga, Chelo García Cortés, vendía su pasado más oculto a cambio de dinero. La participación de esta última en Quiero Dinero le permitía, a cambio de contestar preguntas muy comprometidas, aumentar los números de su cuenta corriente.
400 euros estuvieron en juego para Chelo, todo ello si contestaba a la siguiente pregunta: ¿Contarías por 100.000 los verdaderos motivos de la separación entre Gema López y su exmarido Antonio? Tras formular esta pregunta, la tensión ya se hacía evidente en el plató de Sálvame. Para colmo, Chelo dijo que no, y la máquina de la verdad determinó claramente que mentía. Por lo que, según esta experta de la verdad, la colaboradora no tendría problema en airear todos los detalles que esconde la separación entre Gema López y su anónimo exmarido. Sin duda, una pregunta que no hizo más que sembrar la curiosidad en los telespectadores. En décimas de segundo, la vida privada de la colaboradora, saltaba por los aires.
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