Cayetano Rivera, instalado en Sevilla con Eva González y su hijo Cayetano, ha hecho un viaje exprés a la capital para asistir al funeral del empresario Carlos Catalán, hijo de Antonio Catalán, que congregó a un gran número de rostros conocidos en una céntrica iglesia madrileña. El diestro, de traje y afectado porque mantenía una buena amistad con el fallecido, se ha reafirmado en su opción de no hablar de las acciones judiciales que su hermano Francisco y él han iniciado contra Isabel Pantoja para conseguir que la tonadillera les entregue – 36 años después de la trágica muerte de Paquirri – los objetos personales y trajes de torear que el diestro dejó a sus hijos.
Mientras que Francisco Rivera ha desvelado en Espejo público que ya era conocedor de todo lo que ha contado su hermano Kiko en sus declaraciones más duras contra Pantoja, y ha asegurado que la tonadillera no es la única implicada en algo que es todavía más fuerte que lo que ya sabemos y que está pensándose si hacerlo público para que a algunas personas se les caiga la careta, Cayetano mantiene una postura opuesta.
Muy discreto, y mientras Kiko y Francisco han hablado en varias ocasiones del asunto del reparto de la herencia de Paquirri, el marido de Eva González prefiere mantenerse al margen de la polémica y guardar un elegante silencio, prefiriendo que sea su abogado, Joaquín Moeckel, quien hable en su nombre. Así, tanto a su llegada a la estación de Atocha Renfe como tras el funeral de Carlos Catalán, Cayetano se ha mantenido firme asegurando que «os entiendo, pero no tengo nada que decir», «perdón pero no tengo nada que decir», «de verdad que no tengo nada que decir».