La vida se paró para Ana Obregón un 14 de mayo de 2020. Su sol, el amor de su vida, su pequeño Aless Lequio fallecía después de dos años de tratamiento contra el cáncer. Ningún padre debería enterrar a sus hijos. Si además eres único, el consuelo no existe; tan siquiera el tiempo cura la herida. Tan solo se continua viviendo hasta el momento en que se agote la propia vida. Al menos así parece sentirse ahora mismo Ana Obregón. La mujer que siempre ponía una sonrisa a todos a su alrededor vive ahora recluida en su dolor, en Mallorca, donde tan buenos momentos vivió con su hijo. Sigue destrozada, recuperando cada poco tiempo algún momento especial, una fotografía, un sonido que le traiga aunque sea momentáneamente la voz y la imagen de su niño.
3SU GRAN PROYECTO: UN HOMENAJE A SU HIJO
Desde que falleció Aless Lequio, tanto su madre como su padre y numerosos miembros cercanos de la familia han publicado fotografías y textos de cariño y recuerdo del joven. Sus padres, ahora, están enfrascados en el último deseo de su hijo: una fundación para ayudar a los enfermos de cáncer y sus familiares tanto en los psicológico como en lo económico. Como ellos han explicado siempre, tenían la suerte de contar con un buen colchón económico del que no todos los afectados por esta cruel enfermedad pueden disponer. A pesar de ser un adalid del capitalismo, como él mismo decía, Aless Lequio siempre tuvo muy claro que parte de su responsabilidad como empresario era devolver a la sociedad parte de su éxito. Sus padres, aún con la congoja de la pérdida, se aferran a su particular testamento vital.