Adara Molinero se ha convertido en los últimos tiempos en noticia, ya no solo por ser carne de reality y haber ganado la séptima edición de Gran Hermano Vip el año pasado, sino que su personalidad, carácter, sus idilios amorosos, han desembocado en diversas apariciones en los programas de Mediaset, que han hecho que conozcamos sus mayores deseos, pero también sus fuertes temores en forma de un particular infierno que, como ella misma asegura, ha vivido.
Y nos referimos a ciertos capítulos que viven muchas mujeres cuando experimentan cambios drásticos en su físico y que, de alguna forma, hace que también se resienta, al final, su salud mental. Desde luego, no podemos hablar de que Adara Molinero sea una mujer quien a pesar de su innegable belleza, sea una mujer sin complejos. Y porque, no necesariamente un complejo viene de un simple «defecto» físico, sino de aquellos defectos (a los ojos de los otros), que se construyen sobre sus propias ideas, y que nos califican hasta tal punto, que pueden dañar la imagen que tenemos de nosotros mismos. Y esto es lo que le ha pasado a Adara.
3Su abrupta separación de Gianmarco Onestini
Según cuenta en la entrevista, gran parte del confinamiento Adara lo pasó sola. Sin embargo, antes de producirse la cuarentena estuvo conviviendo con la persona que parecía ser entonces la protagonista de la historia de amor de su vida, y que salió de las paredes de la casa de Gran Hermano Vip: su relación con el italiano Gianmarco Onestini. El desenlace, según su versión, vino por los celos infundados de Gianmarco al pensar que le estaba siendo infiel con Rodri. Y no sabemos del todo la verdad de lo que pasó, aunque lo que si fue real es que el italiano cogió las maletas y se marchó a Italia para no volver.