El tres veces nominado al Oscar, Mark Ruffalo (52), es uno de los pocos actores que ha sabido mantenerse en el espacio del cine independiente – del que provino – alternando superproducciones con películas de un tono más intimista y costo mínimo.
Es mucho de lo que el actor podría presumir o vanagloriarse, sin embargo, su éxito en la gran pantalla no ha logrado nublarle la vista. Ruffalo es muy apreciado en Hollywood y también uno de los actores más queridos tanto por compañeros de trabajo como por sus fans, a los que en ocasiones invita a los sets de rodaje.
Caracterizado por su sencillez y modestia, también es muy directo a la hora de hablar con la prensa. Fue en una entrevista con la revista Parade, en la que el actor – con la sinceridad que lo caracteriza – rindió declaraciones en las que resumió la dura vida que tuvo antes de ser mundialmente conocido.
“Durante mucho tiempo pensé que alguien tenía algo personal conmigo. Con cada nueva adversidad, protestaba, e incluso le protestaba a Dios, preguntando: ¿cuánto más voy a tener que soportar?”.
5El primer papel que lo conectó con su hermano
En 2010 recibió el guion de la película de Lisa Cholodenko, ‘Los chicos están bien’, donde interpretó al carismático Paul Hatfield, papel por el que recibió su primera nominación al Óscar como mejor actor de reparto.
“Cuando leí el guion, Paul me hizo acordar mucho a Scott, compartían el mismo espíritu, sentido del humor, su forma temeraria de vivir, esa manera en la que se devoraba el mundo. Quise rendirle un homenaje a través de mi actuación, como una forma de capturar algo de él, algo de lo hermoso que era como persona”, declaró.
“A veces me pregunto si pude haber hecho algo para salvarlo y vuelve la culpa, pero trato de ir hacia el pensamiento más saludable, para poder hacer el duelo de otra manera, porque es algo que nunca voy a superar, sigo tomando estas tragedias y les intento dar un sentido. Busco que cada día valga la pena”, expresó.
En una entrevista al The Telegraph, Ruffalo confesó que la muerte de su hermano lo llevó a realizar un cambio de vida; cambió de agente, dejó su departamento de Los Ángeles y se mudó con su familia a Nueva York, lugar que marcó una suerte de renacimiento. “Su muerte fue la gota que derramó el vaso, me recordó que la vida es corta, y que tienes que hacer lo que quieres mientras tengas esa posibilidad”.