Está claro para la gran mayoría que la mascarilla es el método más eficaz para protegernos del COVID-19, las evidencias científicas son claras en este asunto. Las declaraciones de los expertos en este sentido no dejan lugar a dudas, quizás una de las más destacadas sean las de Robert Redfield, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en los EE.UU que en palabras recogidas por el Journal of the American Medical Association mantuvo “Si todo el mundo se pusiera mascarilla, la pandemia podría estar bajo control entre cuatro y ocho semanas”.
Sus palabras no fueron arbitrarias, sino que están basadas en un estudio llevado a cabo en el hospital Mass General Brigham de Massachusetts que comprobó la efectividad del uso de las mascarillas en sanitarios. Por supuesto, estas evidencias chocan con las actuaciones de muchas personas en la calle, quizás alentadas por la actitud de dirigentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro empeñados en minimizar los terribles efectos del COVID-19.
3Las mascarillas de válvula no evitan la propagación del virus
Las mascarillas con válvula no evitan la propagación del virus. Lo cierto es que la válvula de este tipo de mascarillas tiene la utilidad de impedir que se acumule el aire en el interior, lo que las hace más cómodas para el usuario, y sí que lo protegen al filtrar las partículas del exterior.
Pero, por lo mismo, no protegen a los demás, ya que al expulsar el aire, en caso de estar contagiados (y recordamos que hay personas asintomáticas) seguimos esparciendo el virus.