La Infanta Cristina intenta vivir su vida con discreción alejada de la presión mediática, especialmente desde la entrada en la cárcel de su esposo Iñaki Urdangarin. Lo cierto es que el proceso judicial que llegó a sentar a la Infanta Cristina en el banquillo de los acusados hizo mucho daño en la Casa Real.
La verdad es que la cosa no está mucho más calmada ahora mismo, con la figura del rey emérito Juan Carlos I en el punto de mira de toda la prensa por la investigación de la fiscalía del Tribunal Supremo. Hablamos de un supuesto fraude fiscal y de blanqueo de capitales en la que el rey emérito podría estar implicado. La relación romántica que el rey mantuvo con la empresaria Corinna zu Sayn-Wittgenstein por el medio, alegando que tuvo acceso a los documentos por su relación solo contribuye a enturbiar aún más las cosas. De paso, se está poniendo en entredicho el derecho a la inmunidad legal del monarca.
4Una vida tranquila alejada de los antiguos fastos
Su nueva casa está un poco más alejada del centro histórico, cerca del Hospital universitario y del colegio de los niños. Su asistenta de toda la vida, la que le ayudó a criar a los niños también se jubiló. La infanta solo cuenta con la ayuda de una chica que va a ayudar con la limpieza unas horas por semana. Es ella misma la que se encarga de cocinar, algo que le gusta desde que vivió sola en París y en Nueva York y del resto de las tareas.
Cuando hace buen tiempo Cristina y su hija Irene suelen salir a pasear por Ginebra, ir de compras, o tomar un brunch.
El pasado 13 de junio la Infanta Cristina cumplió 55 años, su hermana la Infanta Elena sigue siendo uno de sus fundamentales puntos de apoyo, pero su relación con el rey Felipe VI está rota desde hace años y no parece que exista mucha opción a que se produzca un acercamiento.