Corría febrero de 2007 y Letizia Ortiz estaba embarazada de su segunda hija. Una llamada telefónica cambiaría para siempre su vida. Su hermana Érika había decidido quitarse la vida, dejando huérfana a su hija Carla y viudo al que, hasta el momento, había sido su compañero de vida Antonio Vigo.
6Érika, la gran damnificada por la boda real
> Erika lo pasó muy mal antes, durante y después de la boda de su hermana con don Felipe. Era una mujer sensible, tímida y sin ganas de protagonismo. Por tanto, para ella fue muy duro tener que lidiar con la prensa. Saltaba a la vista que no estaba cómoda con la situación. Pues ni por esas se libraba de las llamadas telefónicas de Letizia conminándola a mantener un perfil bajo.
Y Érika lloraba, lloraba mucho porque estaba sobrepasada con la situación y se sentía desamparada. Letizia, en vez de arroparla, se mostraba enfadada y le recordaba que en su mano estaba el hacer algo más para evitar a los medios. Érika se quedaba sin habla ante unas palabras que consideraba injustas y creía no merecer. Ciertamente, no se las daba de nada y seguía con su vida de siempre. Tan solo hubo un cambio, que doña Letizia le cedió su piso de soltera y allí se instaló con su familia.
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