Rocío Flores prometió que se mantendría alejada de los focos. No quería convertirse en personaje mediático, tal vez porque era consciente de que su desembarco en televisión podría acarrearle consecuencias irreparables. Y así podría ser. A pesar de que en las últimas horas se vuelve a especular con los motivos reales que provocaron la ruptura familiar entre Roció Flores y su madre, Rocío Carrasco, la única certeza ocurrió en 2012. Un episodio de gran violencia separó para siempre los caminos de madre e hija.
Cotilleo.es ha tenido acceso a la sentencia del expediente 261/2012 del Juzgado de menores en el que, sin entrar en detalles escabrosos innecesarios, se decidió condenar a Rocío Flores tras un grave altercado sucedido con su madre. Este medio también ha podido conocer que Rocío Carrasco, a quien su hija también desafió con graves acusaciones, fue absuelta de cualquier delito dictándose archivo de la denuncia en el Juzgado de Instrucción pertinente.
Aquellos hechos, según la documentación que obra en poder de este que les escribe, provocó una alteración psicológica en Rocío Carrasco que ya venía sufriendo trastornos de ansiedad derivados de las calumnias y vejaciones que Antonio David Flores realizaba en los medios de comunicación. En contra de las insinuaciones maledicientes que pretenden frivolizar y cuestionar la difícil situación actual de Rocío, los informes técnicos y médicos son tajantes y refieren dolencias claras. Rocío sufre. Y mucho. No solo porque ha tenido que reponerse a la crudeza de un brutal enfrentamiento con su hija -similares a los que hemos visto durante años en Hermano Mayor-, sino por las decisión de sus hijos de irse a vivir con su padre.
Comportamiento mediatizado
Hay indicios suficientes para entender que la decisión de los hijos de posicionarse del lado de su progenitor no ha sido tan libre como parece. Al menos es lo que se desprende de los informes periciales realizados por el Equipo Técnico de Asesoramiento a los Juzgados de Menores y cuyas conclusiones publica en exclusiva Cotilleo.es: “El comportamiento de Rocío frente a la madre parece estar mediatizado por los problemas legales que han tenido sus progenitores a lo largo de su vida, recibiendo Rocío presiones más o menos conscientes y adoctrinamiento más o menos consciente que dan como consecuencia el rechazo frontal a la madre”. Una aseveración que podría suponer un claro caso de alienación parental que, según ha podido conocer esta publicación, todavía no se ha dirimido en sede judicial.
Esta documentación a la que Cotilleo.es ha tenido acceso en exclusiva, también refiere que la hija de Antonio David y Rocío “utiliza la mentira contra su madre de forma abierta para conseguir unas ganancias como puede ser la aprobación en el núcleo paterno”. De esta hipótesis recogida en el informe anteriormente citado se desliza que la joven, que por aquel entonces era menor de edad, buscaba la complicidad del entorno de su padre mediante mentiras e invenciones sobre su progenitora, pudiendo convenir que las mismas formaban parte de las conversaciones de la familia paterna con sus hijos.
Este medio también ha podido acceder a documentación sensible sobre David, el hijo menor del ex matrimonio, y que reforzaría la hipótesis de la posible alienación parental con conclusiones forenses que suscitan manipulación y/o adoctrinamiento paterno.
El último encuentro con sus hijos
En las últimas horas se recuerdan varios episodios que dibujan a Rocío Carrasco como una madre incapaz de hacer movimientos para recuperar a sus hijos. Cotilleo.es ha sabido que no solo se ha intentando motu proprio sino que los intentos para ello se han seguido también por los cauces judiciales impuestos. Nadie se ha preguntado, en cualquier caso, qué consecuencias puede tener la alienación parental. Tampoco qué aconsejan los profesionales a una madre totalmente rota que ha perdido toda esperanza.
Explicar que Rocío no quiso saludar a su hijo en los pasillos de un juzgado es contar una verdad a medias. Aquella mañana, el menor estaba protegido y abrazado por Olga, la mujer de Antonio David quien con su actitud parecía querer impedir el acercamiento. Rocío evitó la confrontación para evitar una situación demasiado violenta. Antepuso la calma de su hijo, con evidentes problemas de comprensión, a sus inevitables ganas de abrazarle y pedirle que volviera a su lado.
Poner el tela de juicio una opinión es válido, cuestionar documentación sensible y dolorosa, sería un grave atropello. Los que hemos visto llorar y temblar a Rocío Carrasco con solo nombrar a sus hijos y su desesperación por acabar con todo, no tenemos dudas.