Para ser de cuna humilde, nuestra consorte siempre se ha mostrado ante los medios altanera. Doña Letizia no oculta sus aires de grandeza ni siquiera ante la mujer con más títulos nobiliarios de España. Recientemente, ha salido a la luz un vergonzoso episodio que tuvo lugar hace unos cuantos años y que puso de manifiesto el carácter pretencioso de la reina. ¿Quieres saber de qué se trata? Sigue leyendo para descubrirlo.
Letizia, la reina menos querida
> No hay más que acudir a las encuestas de popularidad de numerosos medios para darse cuenta de que Ortiz no cae muy bien entre la ciudadanía. Letizia no termina de calar en la mayoría de lo españoles, que la consideran una reina fría y distante. Según la encuesta anual que realiza la revista ¡Hola!, la cercanía es la cualidad de la soberana que menos valoran los entrevistados. Además, aunque aprueba por los pelos, la consorte es el miembro de la familia real menos puntuado. Lejos de tratarse de un problema banal, en realidad nos encontramos ante un asunto muy serio que se debe solucionar cuanto antes.
Por contra, su marido y sus suegro suelen caer mucho mejor. Son los representantes de Casa Real más queridos por los ciudadanos. De don Juan Carlos siempre se ha dicho que es muy “campechano” y el pueblo valora esa naturalidad y sencillez que le falta a la consorte. Su altanería le ha salido muy cara, y es que Letizia no relaja su carácter pretencioso ni siquiera ante la mujer con más títulos nobiliarios de España. Ortiz se mostró muy altiva con ella y su familia, acarreando después con las indeseadas consecuencias que le provocó su comportamiento. ¿Quieres saber qué paso? Sigue leyendo para descubrirlo.
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La altivez de Letizia ante una grande de España
> Nadie en la realeza daba crédito cuando el entonces príncipe de Asturias anunció que se casaría con una periodista sin linaje. Su compromiso con Letizia no sentó muy bien entre las altas esferas de la nobleza, y la monarquía tuvo que recurrir al favor de Cayetana de Alba para que intercediera por Ortiz ante la aristocracia. Así, según ha revelado Cayetano Martínez de Irujo en sus memorias, De Cayetana a Cayetano, la reina emérita pidió a la duquesa organizar una cena en el Palacio de Liria para presentarle a la mujer que había robado el corazón de su hijo, con el deseo de que pudiera ganarse la aprobación y el respeto de la mujer con más títulos nobiliarios de España.
Por desgracia para doña Sofía, la altivez de una doña Letizia todavía muy verde en materia de protocolos y formalidades le jugó una mala pasada. La familia de Alba y los Borbones siempre han mantenido una relación muy estrecha, por lo que dejaban los tratamientos oficiales para los actos oficiales. Cuando se reunían de forma privada, todos se saludaban como ciudadanos de a pie, dándose dos besos. Por eso, la sorpresa de doña Cayetana fue mayúscula cuando la recién llegada extendió la mano ante su hijo para que se la besara. Cayetano Martínez de Irujo prefirió no hacer un feo a la prometida de Felipe VI y llevó a cabo su reverencia, pero a la duquesa no le hizo ni pizca de gracia que Ortiz actuara de esa forma.
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La opinión de doña Cayetana sobre Letizia
> Según narra el duque de Arjona en sus memorias, la cena transcurrió sin más percances y doña Cayetana nunca reveló cuál era su verdadera opinión respecto a doña Letizia. La duquesa de Alba prefirió llevarse su secreto a la tumba, pero podemos hacernos una idea de qué pensaba realmente sobre la mujer que hoy ocupa el trono de España. Si su veredicto hubiera sido positivo, ¿por qué no compartirlo con todo el mundo? Al parecer, la aristócrata prefirió morderse la lengua y no echar más leña al fuego. «Oír, ver y callar», es la máxima que se aplicó en cuanto a este asunto.
A juzgar por los pocos encuentros que se produjeron tras la boda de Felipe y Letizia, no parece que doña Cayetana estuviera muy conforme con esta unión. La monarquía y la Casa de Alba siempre han mantenido una muy buena sintonía, por lo que resulta muy extraño que la consorte y la duquesa solo hayan coincidido, al menos públicamente, en tres ocasiones durante el transcurso de una década. No cabe duda de que a la aristócrata le molestaban profundamente los aires de grandeza que había adquirido Ortiz sin que por sus venas corriera la sangre azul. La cosa cambiaba mucho si la que se mostraba altanera era de rancio abolengo. De hecho, fue una de sus amigas la que enseñó a nuestra reina a comportarse, y a ella sí se lo permitía por ser de la realeza.
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A Letizia se le pegan los aires de grandeza
> Se dijo en su día, cuando Letizia acababa de aterrizar en Zarzuela, que doña Sofía sería su mentora en los asuntos relacionados con Casa Real. La reina emérita le enseñó todo acerca de protocolo y modus operandi en los actos oficiales, transmitiéndole la actitud y carácter que se esperan de una soberana. Al parecer, doña Sofía es muy estricta y se muestra muy intransigente en cuanto a las formalidades. No pasa ni un solo error y deja cortados a todos los que se atreven a tratarla ‘de tú a tú’.
Así lo ha relatado Pilar Eyre en su columna de Lecturas, asegurando que siempre ha exigido que a ella y a su familia se les trate como altezas. De hecho, mientras viajaba en un avión, una azafata le preguntó por “las niñas” en referencia a Cristina y Elena, y la griega respondió muy cortante: “Las niñas no sé, pero las infantas están muy bien”, según narra la periodista. De ese modo, ya sabemos de quién ha cogido la consorte esos aires de grandeza y superioridad nada propios en una soberana del siglo XXI.