Para ser de cuna humilde, no es que se muestre muy cercana a su pueblo, que digamos. Doña Letizia peca de frialdad y los ciudadanos ven en ella una reina distante, seca y remilgada que no termina de conectar con ellos. Ahora, hemos descubierto de dónde vienen esos aires de grandeza y quién se los ha enseñado. ¿Quieres saber de quién estamos hablando? Sigue leyendo para descubrirlo.
Letizia, la reina menos querida
> No hay más que acudir a las encuestas de popularidad de numerosos medios para darse cuenta de que Ortiz no cae muy bien entre la ciudadanía. Letizia no termina de calar en la mayoría de lo españoles, que la consideran una reina fría y distante. Según la encuesta anual que realiza la revista ¡Hola!, la cercanía es la cualidad de la soberana que menos valoran los entrevistados. Además, aunque aprueba por los pelos, la consorte es el miembro de la familia real menos puntuado. Lejos de tratarse de un problema banal, en realidad nos encontramos ante un asunto muy serio que se debe solucionar cuanto antes.
Por contra, su marido y sus suegro suelen caer mucho mejor. Son los representantes de Casa Real más queridos por los ciudadanos. De don Juan Carlos siempre se ha dicho que es muy «campechano» y el pueblo valora esa naturalidad y sencillez que le falta a la consorte. Al parecer, a Letizia se le han pegado esos aires de grandeza de una persona muy cercana, que no le ha hecho ningún bien a su imagen como soberana. ¿Quieres saber de quién se trata? Sigue leyendo para descubrirlo.
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A Letizia se le pegan los aires de grandeza
> Se dijo en su día, cuando Letizia acababa de aterrizar en Zarzuela, que doña Sofía sería su mentora en los asuntos relacionados con Casa Real. La reina emérita le enseñó todo acerca de protocolo y modus operandi en lo actos oficiales, transmitiéndole la actitud y carácter que se esperan de una soberana. Al parecer, doña Sofía es muy estricta y se muestra muy intransigente en cuanto a las formalidades. No pasa ni un solo error y deja cortados a todos los que se atreven a tratarla ‘de tú a tú’.
Así lo ha relatado Pilar Eyre en su columna de Lecturas, asegurando que siempre ha exigido que a ella y a su familia se les trate como altezas. De hecho, mientras viajaba en un avión, una azafata le preguntó por «las niñas» en referencia a Cristina y Elena, y la griega respondió muy cortante: «Las niñas no sé, pero las infantas están muy bien», según narra la periodista. De ese modo, ya sabemos de quién ha cogido la consorte esos aires de grandeza y superioridad nada propios en una soberana del siglo XXI.
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Don Juan Carlos, la antítesis de doña Sofía
> Por contra, el rey emérito siempre ha sido mucho más flexible en cuanto a las formalidades. A don Juan Carlos no le importa que se le trate como uno más y permite que la gente se salte el protocolo respecto a cómo se le deben dirigir. De hecho, Pilar Eyre ha relatado que mientras el Borbón servía en el ejército, el resto de compañeros lo integraron como si se tratara de otro colega más. Al padre de Felipe VI le gustaba que se dirigieran a él de la misma forma que a cualquier otro soldado, lo que despertó la simpatía y afecto de los demás.
Por desgracia, muy poco le duró ese buen ambiente que generó alrededor de su ya conocido carácter campechano. En cuanto los superiores se dieron cuenta de que sus compañeros no se levantaban cuando entraba en la sala o que no se dirigían a él como «su alteza Real», les cayó una bronca tan grande que nunca más volvieron a acercarse a don Juan Carlos. «Se quedó más solo que la una», recalcaba Pilar Eyre en su columna de Lecturas. Una situación que no ha cambiado mucho pese a los años que han pasado. El emérito no estuvo muy acompañado cuando pasó por uno de los momentos más delicados de su vida.
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La soledad de don Juan Carlos en su operación
> No paso desapercibido para nadie que el emérito pasara solo la noche previa a su delicada operación. «Intervención importante. Está solo. Nadie le coge la mano cuando va al quirófano, ni deposita un beso en su frente. La madre y el hijo pasan un par de horitas cuando les va bien por el hospital y hala, para casa, ‘cuando pueda recibir visitas, ya volveremos’. La soledad del rey», sentenciaba Pilar Eyre a través de Twitter.
Según reveló la periodista experta en realeza a Jaleos, don Juan Carlos se ha sentido muy solo durante estos últimos años y ha llegado a pasar por momentos de depresión. La muerte de su hermano le afectó muchísimo y se siente «un cero a la izquierda» desde que decidió retirarse de la vida pública. Estamos asistiendo ante las horas más bajas del emérito, y nadie parece querer saber nada de él.