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jueves, 21 noviembre 2024

A Letizia se le han subido los humos y ha cometido un gravísimo error

No es precisamente la más simpática de las reinas. Letizia tiene fama de estricta y no hay más que ver cómo se comporta en público para darse cuenta de que tiene un carácter, cuanto menos complicado. A pesar de sus orígenes humildes, la corona se le ha subido a la cabeza y carece de toda la cercanía y sencillez que le sobra a su marido, el rey Felipe VI. Estos aires de sobrada le han jugado una mala pasada en más de una ocasión, y la última de ellas la ha convertido en el blanco de todas las críticas. Sigue leyendo para saber de qué se trata.

Letizia, la más estricta de las reinas

A Letizia se le han subido los humos y ha cometido un gravísimo error

> Parece que a Doña Letizia se le ha olvidado su cuna humilde y se ha ido volviendo muy inflexible y estricta con el paso del tiempo. Desde que llegó a Zarzuela tras su matrimonio con el entonces príncipe de Asturias, la consorte ha estado imponiendo normas y rutinas severas que incluso a su marido le cuesta entender. El personal de palacio no da a basto con sus numerosas órdenes y algún miembro del equipo ha llegado a dimitir debido a la tensión que se genera en el ambiente. Ortiz siempre mira por encima del hombro y se pasa el día supervisando y controlando cada movimiento que se produce.

En ocasiones, Letizia ha pecado de estirada y se ha comportado de forma déspota y tirana ya no solo con sus empleados, sino con otros miembros de la familia real. Esta actitud tan desacertada le ha costado numerosos enemigos, incluso dentro de la propia corona, y le ha llevado a postularse como el miembro de la familia real peor valorado en cuanto a su cercanía y simpatía, según la encuesta anual que realiza la revista ¡Hola! sobre realeza. Su carácter cuadriculado ya no solo ha calado en los ciudadanos españoles, sino que ha trascendido nuestras fronteras y sus aires de sobrada la han convertido en el hazmereír de Europa.

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Letizia, en ridículo ante otras realezas europeas

A Letizia se le han subido los humos y ha cometido un gravísimo error

> Son muchos los ciudadanos europeos que viven bajo el mandato de una monarquía y que se cuestionan la legitimidad de sus representantes. Ostentar la potestad de gobernar un país solo por haber nacido en el seno de una familia real no suele ser un argumento que la población acepte de primeras, por lo que la mayoría de casas reales están haciendo un esfuerzo notorio por modernizar su imagen y conectar con el pueblo. Por desgracia, no es el caso de la nuestra. Mientras que otros reinos han entrado de lleno en el siglo XXI, el nuestro sigue anclado en el medievo y se ha convertido en el hazmereír del viejo continente.

Nuestros soberanos se empeñan en vivir a varios niveles por encima de los ciudadanos y se comportan denotando una lejanía y seriedad propia de los antiguos faraones. Una buena forma de llegar a la población es a través de las redes sociales. En países como Noruega o Reino Unido lo saben y algunos miembros de sus casas reales poseen cuentas en Instagram, en las que publican fotografías y vídeos de carácter personal, que despiertan la empatía entre sus seguidores. Sin embargo, Letizia y Felipe no regentan ningún tipo de perfil en Internet y se han empecinado en mantener un hermetismo exagerado, que va en detrimento de la supuesta transparencia que pretenden mostrar. Sus vacaciones privadas son un buen ejemplo de ello.

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Los reyes y sus vacaciones privadas, un escándalo en Europa

A Letizia se le han subido los humos y ha cometido un gravísimo error

> No es ningún secreto que Letizia no soporta tener que pasar parte de sus vacaciones afincada en Palma de Mallorca. Cuando termina la temporada, ella y Felipe VI organizan un viaje privado para relajarse de verdad, alejados de la presión mediática. El destino siempre permanece en absoluto secreto y Casa Real no aporta datos de dónde pasarán sus majestades el resto del verano. Este hermetismo que se ha normalizado en España, no está muy bien visto en el resto de monarquías europeas, en las que sus miembros no pueden dar un solo paso sin que los ciudadanos lo sepan. Es el caso, por ejemplo, de Carlos de Inglaterra, que pasará unos días en Grecia para disfrutar del clima mediterráneo.

Tampoco se oculta que los reyes de Suecia se han dejado caer por la costa francesa, o que los soberanos belgas han aterrizado en España para hacer el Camino de Santiago. La princesa Mette Marit de Noruega recorre en estos momentos las calles de Rallarvegen y ha dejado constancia de su paseo en las redes sociales. Mientras, en España, Letizia y Felipe VI siguen en paradero desconocido a pesar de la turbulenta situación política que atraviesa nuestro país. Esta desaparición veraniega se ha convertido en una tradición de la familia real, pero se ha de saber que en otras regiones sería inaudito que los jefes de Estado se largaran durante días sin que nadie supiera nada de ellos. ¿Quién tiene la culpa de este descabellado secretismo? No podía ser otra que la consorte.

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Letizia, la culpable del hermetismo exagerado

Letizia

> Ortiz sabía muy bien dónde se metía cuando aceptó unirse en matrimonio con el entonces príncipe de Asturias. A partir del momento en el que se dieron el ‘sí, quiero’, su vida dejó de ser privada y saltó de lleno a la esfera pública. Ella aceptó ser la consorte de España, con todos los privilegios y obligaciones que su título conlleva. Pero Letizia no está por la labor de cumplir órdenes. Ella es muy recelosa de su intimidad e intenta con todas su fuerzas mantener a su familia alejada del huracán mediático, algo imposible cuando se ocupa un cargo como el suyo. Por el contrario, Felipe VI ha sido criado como monarca y entiende perfectamente que se debe a su pueblo.

De hecho, fue él quien promovió una transparencia total desde Casa Real, una utopía que difiere mucho de la realidad actual. Sus majestades están desaparecidos y nadie sabe dónde están pasando las vacaciones ni cuánto les han costado, una información bastante relevante teniendo en cuenta que se han pagado con los impuestos de todos los contribuyentes. Por desgracia, esta bochornosa situación se mantendrá hasta que Letizia siga empeñada en vivir en la sombra y no acepte que tiene unos deberes como consorte que ha de cumplir.