Hace tiempo que los reyes eméritos han iniciado un proceso de lavado de cara. Últimamente se les ve más juntos de lo normal y venden a los medios una imagen idílica de matrimonio feliz. Pero no es oro todo lo que reluce. Por si no tuvieran suficiente con el quebradero de cabeza que los desaires de Letizia suponen para ellos, ahora don Juan Carlos y doña Sofía han de hacer frente a una información comprometedora que podría mermar su reputación. Sigue leyendo para descubrir de qué se trata.
Letizia, el azote de los Eméritos
> La consorte se ha convertido en la peor pesadilla de don Juan Carlos y doña Sofía. Desde que se dejó caer en Zarzuela, ha estado imponiendo sus condiciones y normas estrictas que nadie, ni siquiera su marido el rey Felipe VI, ve con buenos ojos. Ningún miembro de Casa Real aprobaba que una recién llegada los sometiera a su voluntad y rechazaron desde el primer momento la prepotencia de Letizia. Los eméritos fueron los primeros en dar un buen tirón de orejas a Ortiz, corrigiendo sus formas y desaires a la corona. Desde entonces, la reina tiene entre ceja y ceja a sus suegros.
Especial inquina es la que siente por doña Sofía. Desde que don Juan Carlos se retiró de la vida pública, su mujer ha estado más presente en los medios de comunicación y a Letizia le revienta no habérsela podido quitar de encima como hizo con el Borbón. Desde entonces, toda España ha sido testigo de la guerra abierta que ambas enfrentan y de los ataques que se dirigen. Solo hay que recordar el incidente de la Catedral de Palma para caer en la cuenta. En un intento de destruirla, los eméritos han unido sus fuerzas y últimamente se les ve más juntos que nunca. Pero un nuevo error los ha dejado destrozados y la ventaja ha recaído sobre su nuera.
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La dura situación que atraviesan Juan Carlos y Sofía
> Tras los desplantes de la consorte, los rumores de enfrentamientos y rencores en la familia real corren de boca en boca. Para hacer frente a las habladurías, don Juan Carlos y doña Sofía intentaron simular ser un matrimonio feliz para transmitir una imagen de unidad y cercanía. Pero han fracasado. Su última aparición pública ha tenido lugar hace escasas horas y ha supuesto un terrible bochorno para los eméritos, especialmente para la griega. En plenas vacaciones oficiales, ambos han acudido a la Escuela de Rafael Nadal en Mallorca para encontrarse con el tenista, como es costumbre desde hace tiempo.
Según ha relatado Pilar Eyre en su columna de la revista Lecturas, este encuentro no ha hecho más que confirmar la mala relación que hay entre doña Sofía y su marido. Al parecer, don Juan Carlos no ha dirigido la palabra a su mujer durante todo el tiempo que ha durado su reunión con Nadal. La pobre no sabía dónde meterse y pretendía disimular la tensión en el ambiente con una sonrisa fingida. De vez en cuando, intentaba aportar algo a la conversación para no parecer un simple florero, pero entonces, el padre del rey Felipe VI la cortaba y le impedía formar parte de la charla. El paripé que desde hace tiempo están recreando ha llegado a su fin. Ya todo el mundo sabe que los eméritos se llevan tan mal como siempre.
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Juan Carlos, Sofía, la verdad de la mentira
> De sobra es conocida la vida paralela de don Juan Carlos en su juventud y los estragos que aquello hizo en su matrimonio. A nadie le asustaba ya saber que los eméritos estaban separados y que solo compartían espacio en los actos institucionales. Era un secreto a voces con el que todo el mundo estaba de acuerdo. Pero ellos se empeñaron en desmentirlo. A base de gestos cómplices y sonrisas intentaron hacer creer a los medios que ambos habían acercado posturas. Una vez que se retiraron de la vida pública, eludiendo así su obligación de acudir juntos a todas partes, empezaron a parecer siameses con tal de dar una imagen de afinidad.
Dónde iba uno, iba el otro. Incluso acudieron en mutua compañía a diferentes actos privados que no requerían la presencia de los dos. Como si se tratara de un feliz matrimonio de jubilados. Especialmente cómplices pudimos verlos en Sanxenxo. Doña Sofía acompañó a su marido, junto a la infanta Elena, a la regata de Pontevedra en la que el Borbón se da cita desde 2015. Está claro que los eméritos tienen un repentino interés en simular que se adoran y que disfrutan estando unidos. Un burdo teatro que no cuela ni al público más ingenuo.
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Las vacaciones más complicadas de la Familia Real
> Teniendo en cuenta todo esto, parece que no se presenta un verano sencillo para la familia real. El rey Felipe VI ha tenido que retrasar su llegada a Mallorca por la convulsa situación política que rige en nuestro país. Además, tiene a la parienta de morros porque es más que probable que se queden sin vacaciones privadas por el mismo motivo: España necesita a su jefe de estado a pleno rendimiento.
A Letizia no le hace nada de gracia tener que pasar tanto tiempo junto a sus suegros y cuñadas sin el consuelo de saber que después podrá gozar de unos días a su aire. De seguro que su enfado se hará notar durante los días que pase en la isla balear y no se lo pondrá nada fácil a su familia política. Se avecina un verano muy tormentoso para nuestra monarquía, que por muchos paripés de unidad que intente representar, no logra conseguir que resulten creíbles.