La infanta Cristina se enfrenta a un verano complicado. En el plano familiar, las cosas marchan. Ya puede viajar con libertad a Madrid cuando le apetezca. En los días del cordón sanitario, sus movimientos estaban restringidos. Don Felipe no le perdona el daño que ha hecho a la monarquía. La hija mediana de don Juan Carlos y doña Sofía no está bien. Las alarmas se han disparado tras protagonizar un hecho llamativo. ¿Qué ha pasado? Te lo contamos todo a continuación.
Un verano complicado para la infanta Cristina
> Cristina de Borbón quiere pasar unos días del mes de julio en Palma. Echa de menos el ambiente de las regatas y pasear por la isla. Al igual que doña Sofía, ella también está muy unida a Mallorca. Un lugar que le aporta felicidad y tranquilidad. Tiene una conexión especial. Eso fue lo que hizo que don Juan Carlos le otorgara el título de duquesa de Palma cuando se casó con Iñaki Urdangarín.
Aunque la infanta ha vuelto al seno familiar tras años condenada al ostracismo, las cosas no son fáciles para ella. Depende de don Felipe que se apruebe su petición para viajar a Marivent. Aunque él y doña Letizia solo pasarán en la isla unos días en agosto, no quieren la imagen de la infanta contamine el veraneo real. Doña Sofía intenta mediar, pues su mayor deseo es reunir a sus hijas en Palma.
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Gran preocupación por el estado de salud de Cristina
> Cuando Cristina supo que su marido no podría evitar la prisión y que su vida de cuento de hadas tocaba a su fin, sufrió una fuerte depresión. La infanta necesitó tratamiento para remontar. Esto afectó a su trabajo. Hubo días en que no pudo salir de la cama. Creía entonces que su marido era utilizado como cabeza de turco en Casa Real. Doña Sofía y la infanta Elena viajaron con asiduidad a Ginebra para estar junto a la infanta. Estaban francamente preocupadas.
La situación de Cristina vuelve a preocupar desde que ocurriera un hecho que revelan en El Español. Sucedió el pasado dieciocho de junio y la infanta había visitado a su marido en Brieva: “Fue entonces cuando la hermana de Felipe VI empezó a sentirse mal. Esta vez iba sola con el conductor y un miembro de seguridad. Sus dos hijos menores, que sí habían viajado a Madrid, se habían quedado en Zarzuela. Cristina quería verse con su esposo a solas”.
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El sufrimiento pone al límite a la infanta
> Así reaccionó Cristina al sentirse mal: “Le pidió al chófer que acelerara porque empezaba a encontrarse fatal. Estaban pasando el puente de Guadarrama así que decidieron llegar hasta El Pardo para que la vieran allí los médicos de la Casa. Al final, se quedó en un susto, un ataque de ansiedad, aunque ella llegó a pensar que se trataba de un infarto”. Aunque la cosa se solucionó, las alarmas se han encendido y desde el entorno de Cristina existe preocupación. Consideran que lleva demasiada tensión encima y que le está pasando factura.
Según El Español, la causa de la crisis sufrida por Cristina de Borbón se debe al impacto que le causó ver el estado de su marido: “La Infanta encontró a Iñaki muy desmejorado, flojo de ánimo y se dio cuenta de que había perdido mucho peso”. Urdangarín lleva un año en prisión y esto ha hecho mella en él. A pesar de que tiene más privilegios que otros reclusos, el ex deportista lleva muy mal la soledad. De hecho, los psicólogos ya advirtieron que la soledad sería su peor enemigo en Brieva.
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Los privilegios de Cristina y Urdangarín
> La estancia de Iñaki en Brieva ha levantado muchos comentarios por lo que algunos definen como privilegios para los ex duques de Palma. La infanta tiene acceso al parking de la cárcel, reservado exclusivamente para el personal que allí trabaja. Además, todo está organizado para que no coincida con otros familiares de presos. Aunque desde Instituciones Penitenciarias se ha justificado la cuestión por una cuestión de seguridad, todo indica que se trata del por ser vos quien sois.
En cuanto a Urdangarín, Pilar Eyre ha revelado que goza de comodidades en su celda que no están al alcance de la mayoría de reclusos. Tiene “aire acondicionado”. Pero la cosa no queda aquí, porque también dispone de televisión en su habitáculo. Sin duda, estamos ante unos privilegios que la mayoría de reclusos no disfrutan. Como decía aquel, “Siempre ha habido clases”.