La vida en la prisión de Brieva de de Iñaki Urdangarín no está siendo fácil. No sólo por la falta de libertad o por la soledad (ya que se encuentra en un módulo individual de esta cárcel abulense), sino por la distancia con sus seres queridos, y especialmente de sus hijos.
Desde que entrara en prisión el 18 de junio de 2018, Urdangarín no ha podido estar presente en algunos de los momentos importantes de la vida de sus cuatro hijos. Y este fin de semana habrá lamentado la imposibilidad de poder estar animando desde la grada a su segundo vástago, Pablo Nicolás, quien a sus 18 años ha decidido seguir sus pasos de su progenitor en el mundo del balonmano.
Una importante ausencia
Este mismo fin de semana, Pablo Nicolás, que juega en la liga alemana con el TSV Hannover-Burgdorf, se enfrentaba un importante partido de cuartos de final del campeonato alemán con el Dutenhofen de Munich. Y allí, en el recinto en el que se celebraba el encuentro, estaban animándole (bufanda al cuello) los Reyes Juan Carlos y Sofía, las infantas Elena y Cristina y su abuela paterna, Claire Liebaert.
Quien no estaba era su padre, que a buen seguro estaría en su celda de Brieva sufriendo las consecuencias de su aislamiento y de no poder aconsejar con su experiencia a su hijo desde las gradas. No en vano Iñaki Urdangarín fue un excelente jugador de balonmano que jugó durante catorce temporadas con el equipo de balonmano del F.C Barcelona y con la Selección Española y que llegó incluso a competir en tres Juegos Olímpicos. De hecho Iñaki y Cristina se conocieron a finales de julio de 1996, durante los Juegos de Atlanta.
Pablo Nicolás, tras los pasos de su padre
Unos meses antes de cumplir la mayoría de edad, Pablo Nicolás decidía dejar sus estudios de Bachillerato en Ginebra y mudarse a Hannover para fichar por un equipo de balonmano de la ciudad alemana. Allí se está formando en un centro de alto rendimiento para jóvenes deportistas dispuesto a seguir los pasos de su padre.