Doña Sofía siempre ha manifestado que Palma es uno de sus lugares favoritos en el mundo. Le recuerda mucho a Grecia y en la isla encuentra la paz de espíritu que tanto necesita. Paradojas de la vida, la reina vivió allí su verano más terrible por culpa de don Juan Carlos. Lo sucedido es algo que no puede olvidar y que vuelve a su mente en sus noches en blanco. Te lo contamos todo a continuación.
Don Juan Carlos, enamorado como un adolescente
> La década de los noventa fue especialmente convulsa para el matrimonio de los reyes. Don Juan Carlos estaba muy activo socialmente y bebía los vientos por Marta Gayá. Junto a la dama del rumor, como la bautizó Julián Lago, el rey revivió esa pasión juvenil. Se refería a Marta como “mi chica”. Perdió tanto las formas que un día, en el Club Naútico de Palma, divisó a los padres de Gayá y dijo a un grupo de amigos: “Voy a saludar a mis suegros”. El grupo no pudo por menos que mirar con pena a doña Sofía.
Lo cierto es que el rey sintió un auténtico flechazo por Marta. No se escondió. Lo suyo era conocido en la isla porque él se encargaba de contarlo a quien quisiera escucharlo. El asunto servía para martirizar a doña Sofía a base de desplantes. Como durante aquella comida en la que don Juan Carlos hizo esperar a los comensales para empezar. Nadie entendía que pasaba hasta que Marta Gayá entró en el salón. Llevaba el triunfo de la victoria en los ojos. Doña Sofía tuvo que hacer grandes esfuerzos para reprimir las lágrimas.
Siguiente: El verano más horrible de doña Sofía
El verano más horrible de doña Sofía
> En 1990, la familia real se trasladó a Palma para disfrutar del veraneo oficial. Como siempre, el rey organizó la situación para no coincidir con su mujer más allá de lo estrictamente oficial. La reina era consciente de que Marta estaba en la vida de su marido pero desconocía hasta qué punto. En enero de ese año, don Juan Carlos designó a José Joaquín Puig de la Bellacasa como Secretario General de la Casa del Rey. Anteriormente, el diplomático ya estuvo al servicio de su majestad, que se despidió de él al grito de “Volverás”. El monarca que Puig de la Bellacasa encontró estaba fuera de control. Él fue testigo de ciertos comportamientos nada aconsejables. Don Juan Carlos no guardaba el más mínimo recato y era capaz de todo por estar con Marta. Al punto que llegó a acudir a alguna cita sin escolta.
Para no alertar a la reina, que siempre estaba pendiente de sus movimientos, el rey abandonaba Marivent por la noche con las máximas precauciones. De hecho, no salía por la puerta. El resto es digno de una película de quinceañeros norteamericanos. De una u otra manera, doña Sofía se enteró de todo y eso la hizo encerrarse en su habitación. Se sintió morir cuando su marido le confesó que estaba enamorado de Marta y que su deseo era divorciarse para estar con ella. La reina no pudo aguantar tanto dolor y se quebró. Fue, sin duda, su verano más difícil.
Siguiente: Marta, ganadora. Sofía, perdedora
Marta, ganadora. Sofía, perdedora
> En Mallorca había dos reinas: doña Sofía y Marta Gayá. Quedó bien patente lo importante que era para don Juan Carlos su amiga especial cuando consiguió lo que parecía imposible. José Joaquín Puig de la Bellacasa estaba tan escandalizado con la relación al descubierto que el rey mantenía con Gayá que abordó el asunto en privado con quien no debía. El Secretario General de la Casa del Rey expresó que Marta era un gran peligro para don Juan Carlos en el sentido de que podía poner en jaque a la monarquía.
Por más que fuera del dominio público que el rey y la reina tan solo mantenían un compromiso de cara a la Corona, la sociedad no estaba preparada para que don Juan Carlos apareciera en público de la mano de su novia, que era su mayor deseo. Tan presente la tenía que hablaba de ella con total naturalidad con algunos familiares. El caso es que Marta Gaya, una vez se enteró de que Juan José había sugerido neutralizarla, habló con el rey y le conminó a tomar una solución. Al monarca no le tembló el pulso a la hora de despedir a uno de sus más leales colaboradores. Al ver esto, doña Sofía se echó a temblar. No quería ser la segunda en la lista de objetivos de Gayá.
Siguiente: La venganza de doña Sofía
La venganza de doña Sofía
> Fue en 1990 cuando empezaron a aparecer informaciones nada favorables para don Juan Carlos. Se habló de su fortuna personal, de cómo la había conseguido, de su corte de amigos, de sus amigas… Y así un suma y sigue de temas que hicieron temer lo peor en Zarzuela. Llegó un momento en que la imagen del rey estaba tan deteriorada que empezó a hablarse de su abdicación. Aunque don Felipe era muy joven entonces, algunos tenían claro que el príncipe debía suceder a su padre sin más dilación.
Hay quien tiene la teoría de que doña Sofía fue la instigadora de esa campaña para sentar a su hijo en el trono. Se dijo entonces que esa era su manera de vengarse por tantos años de dolor y humillaciones. Esto explica que cuando nuevamente se habló de abdicación, tras el episodio de Botswana, algunos señalaran a la reina como la mano que meció la cuna para forzar la salida del rey.
Siguiente: Juan Carlos jura odio eterno a Sofía
Juan Carlos jura odio eterno a Sofía
> Por más paripés que quieran hacerse, lo de Juan Carlos y Sofía es irreconciliable. Ahora están en un punto en que ella se ha liberado sentimentalmente de él y ha pedido no compartir juntos. Tan solo cederá cuando se trate de algún acto de especial importancia para la Corona. El rey une a su desamor un cierto odio a su esposa. Considera que ha intentado ponerle palitos en las ruedas. Está convencido de que doña Sofía, en connivencia con personas afines a ella, ha hecho saltar ciertas noticias para perjudicarle.
Por otro lado, don Juan Carlos tiene seguridad plena de que tanto en 1990 como en 2014, la reina tuvo parte activa en el asunto de la abdicación. La primera vez no lo consiguió pero la segunda sí, y esto es algo que ni olvida ni perdona el rey. Su forma de venganza es la de siempre, a base de “No te quiero” y “Vete a Londres”.