Aunque ha intentado mantenerlo en secreto, Kiko Matamoros no tiene escapatoria. La devastadora verdad ha terminado saliendo a la luz. El colaborador de Sálvame tiene que hacer frente a un gravísimo problema de salud del que te contamos todos los detalles. El ex de Makoke atraviesa una complicadísima etapa cuyo final está mucho más cerca de lo esperado.
De la universidad al estrellato
> Nacido en Madrid hace 62 años, Kiko Matamoros no pertenece a una familia mediática. De hecho, su intención nunca fue formar parte de los medios de comunicación sino que enfocó su futuro hacia otro lado. Se matriculó en la carrera de Derecho con la finalidad de ser abogado. Sin embargo, en su camino se cruzó la posibilidad de gestionar la carrera de su cuñada, Mar Flores, y aceptó sin dudarlo. Aquello no solo le hizo abandonar la universidad sino que provocó que su vida diese un giro radical. La fama de la modelo le salpicó también a él, que se convirtió de la noche a la mañana en uno de los rostros más buscados de la pequeña pantalla.
Los escándalos de su matrimonio con Marian Flores le reportaron muchas horas de televisión. Además, gracias a la pequeña pantalla conoció a Carmen Ordóñez, que le convirtió en su confidente y representante. A partir de ahí, Kiko empezó a ganar cada vez más protagonismo en los programas del mundo del entretenimiento. Eso hizo, inevitablemente, que su vida familiar pasara a ser de dominio público. Conocidos por todos han sido los rifirrafes con sus hijos. Pero la verdadera bomba estalló más tarde. Te refrescamos la memoria en la siguiente página.
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El sencillo paso del desamor al amor
> Cuando parecía que la guerra con sus hijos había acabado, saltaba una nueva enemiga: Makoke. Tras haber sido pareja durante dos décadas, el matrimonio ponía punto y final a su historia común el pasado verano. Un separación que destapaba la caja de los truenos y ponía de manifiesto las infidelidades de él y los cuestionables comportamientos de la que fuera azafata del Telecupón. Pero justo en esta convulsa etapa aparecía alguien que le hacía olvidar todo lo malo.
En estas últimas semanas, Kiko Matamoros parecía la viva imagen de la felicidad. Desde que a mediados de enero confesara estar enamorado, su sonrisa ha sido constante. Cristina Pujol le ha devuelto al colaborador toda la ilusión que había perdido tras su fracaso matrimonial. A pesar de que han atravesado alguna crisis, parece que los problemas lo único que hacen es afianzar su incipiente relación, de la que ya han hecho gala en varias portadas. En este periodo de luna de miel, el madrileño no contaba con el jarro de agua fría al que tiene que hacer frente. Descúbrelo a continuación.
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La confesión más dura de Kiko Matamoros
> La vida le ha dado un duro mazazo al que fuera amigo íntimo de Carmina Ordóñez. La salud de Kiko Matamoros se debilita poco a poco a causa de un glaucoma que padece en los dos ojos. A pesar de que lleva ya una década conviviendo con este diagnóstico, las consecuencias de esta enfermedad han llegado a un punto de no retorno. Son completamente irreversibles y cada vez más evidentes. «Los nervios ópticos ya están afectados. No hay operación posible ni un tratamiento que acabe con todo esto», decía en 2011 en Sálvame, donde se sinceró al respecto por primera vez.
Aunque en aquel entonces el equipo de oftalmólogos que llevan su caso ya le informó de que iba a quedarse ciego, Kiko albergaba una pequeña esperanza en su interior. Confiaba en la evolución de la medicina en los diez años que le dieron de plazo hasta la pérdida completa de visión. Pero el tiempo ha pasado y se ha dado de bruces con la cruel realidad. Se ha dado cuenta de que ese temido momento está más cerca de lo que pensaba. De hecho, según revela Lecturas, ya ha perdido por completo la visión de su ojo derecho. Con el otro, el izquierdo, aún ve algo… Entérate en la siguiente página de su inesperada reacción.
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La drástica decisión de Kiko
> El propio Kiko aseguraba que convivir con esta enfermedad degenerativa «es muy duro todo esto, sobre todo psicológicamente». Sin embargo, parece que tras el shock inicial que le supuso saber lo que tenía, ahora su actitud ha cambiado de manera radical. Con los años ha aprendido a relativizar y a ser positivo. «Cuando le dieron la noticia se le cayó el mundo encima, pero ahora lo tiene asumido. Su vida es relativamente normal. Puede leer, que para él es importante. Sí que tiene limitaciones y por ejemplo con las escaleras lo pasa mal, pero no le gusta dramatizar», explicaba una persona muy cercana en el medio antes citado.
Tan relajado se muestra Matamoros ante la posibilidad de quedarse ciego que incluso se está saltando las recomendaciones de los sanitarios. «No hace caso a los médicos. Le recomendaron dejar el tabaco pero sigue fumando», revelan desde su entorno. Un dejadez que, curiosamente, también tranquiliza en cierto modo a los que le quieren. Y es que sus allegados estaban muy preocupados porque Kiko llegó a confesar públicamente que se quitaría la vida en el momento que dejara de ver. «Tengo claro es que el día que me quede ciego me quito del medio porque no quiero ser una carga para nadie», le reconocía a Jorge Javier Vázquez.
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Una auténtica tabla de salvación
> Por suerte, Kiko ha descartado por completo esta idea. Así, a pesar de las dificultades a las que hace frente en su día a día, ha optado por mantener inalterable su rutina. Además, ya tampoco le importa el qué dirán. «Lo peor de todo esto es que la gente no me entiende. El otro día, por ejemplo, me tropecé con un escalón porque no veía nada y un vecino dijo que iba demasiado borracho», confesaba hace un tiempo. Algo a lo que ahora no le da la mayor importancia. Él se centra ahora en exprimir cada segundo.
Matamoros pasa todo el tiempo que puede con su nieto, Matías, con el que está encantado. También se reúne con frecuencia con su hija, Laura, que ya le ha presentado a su nuevo novio. Pero si hay alguien que le está haciendo disfrutar a Kiko de una segunda juventud, esa es Cristina Pujol. La ilusión de empezar a construir un futuro juntos hace que el popular colaborador olvide los problemas y se dedique a vivir el presente.