El ochenta cumpleaños de doña Sofía ha sido, sin duda, una de las grandes celebraciones en Casa Real. La reina consiguió reunir a su familia y de ahí la histórica foto que se repartió a los medios. Equivocados están quienes creen que los Borbones conforman un clan unido. Las espadas siguen en el alto y las viejas rencillas más presentes que nunca. Doña Letizia y don Juan Carlos ni olvidan ni perdonan. Así se libran las batallas en la corte de don Felipe. Te lo contamos todo a continuación.
3La venganza del rey emérito
Cuando se planteó la fiesta para celebrar el ochenta cumpleaños de doña Sofía estaba claro que toda la familia debía estar presente. Ese era el deseo de la homenajeada y don Felipe se puso manos a la obra para conseguirlo. El rey habló con su padre y le comentó que debía estar presente. Sin embargo, obtuvo una negativa. El emérito había encontrado la ocasión de devolvérsela a su hijo y a su mujer no asistiendo a la celebración. Estaba firme en la idea y contaba con el apoyo de la infanta Elena.
Que don Juan Carlos no acudiera a tan señalado acto hubiera dinamitado Zarzuela. Otra vez los comentarios sobre la familia desavenida que tanto odia don Felipe. Así las cosas, el rey pidió ayuda a algunos familiares para que convencieran a su padre. Doña Pilar fue la encargada de hacer ver a su hermano que no podía cometer semejante feo. También doña Margarita y Carlos Zurita pusieron su granito de arena para desencallar la situación. Salieron victoriosos y don Juan Carlos volvió a la foto oficial, por un día, y con carácter familiar.
El boicot de Letizia
Doña Letizia siguió el ejemplo de su suegro y también dijo que prefería no asistir a la celebración. Para ella resulta muy incómodo compartir espacio con sus cuñadas. Hace años que Elena y Cristina no le dirigen la palabra, ella hace lo propio. No se sabe si están en lo cierto, pero el caso es que las infantas culpan a la reina de muchos malos rollos. Creen que se ha encargado de poner palitos en las ruedas y que eso ha provocado divisiones irreconciliables en el seno familiar. Elena y Cristina están convencidas que ciertas medidas no hubieran sido tan drásticas si Letizia no hubiera estado por el medio.
En cuanto a doña Sofía, su nuera no se mete. Sabe que es el ojito derecho de su marido y que mejor no entrar ahí. La verdad es que no le hace ninguna gracia que tenga tanta presencia institucional porque eso la opaca pero no le queda más remedio que tragar. Desde el principio, dejó bien claro que ella marcaría las pautas de su camino como reina consorte y declinó la mano tendida de su suegra. El resultado, Letizia sigue perdiendo todas las batallas contra doña Sofía.