El príncipe Carlos y Lady Di protagonizaron una de las páginas más desgraciadas en la corte de Isabel II. Lo suyo fue un matrimonio orquestado por la reina madre y Bárbara Cartland, cuya hija se casó con el padre de Diana. Ambas mujeres tomaban el té con frecuencia y se les ocurrió que Carlos y Diana estarían muy bien juntos. En aquellos días, el debate en la calle se centraba en la soltería del heredero. Pocas personas eran ajenas a la amistad que mantenía con Camilla Parker-Bowles.
Lo que Carlos y Diana sabían
Diana Spencer tenía diecinueve años cuando se casó con Carlos de Inglaterra, de 29. La suya fue una boda seguida en medio mundo. Tenía todos los ingredientes de un cuento de hadas. El problema es que los sentimientos no acompañaban. La noche antes al enlace, Lady Di confesó a una amiga que se sentía como si la llevaran al matadero. Su ánimo no era para nada el de una mujer enamorada. Sin embargo, no le quedaba más remedio que seguir. No había posibilidad de volverse atrás. Para entonces, la joven ya se había dado cuenta de que su novio no le correspondía como ella esperaba.
En cuanto al príncipe Carlos, ha salido a la venta un libro donde se explica cómo vivió aquel noviazgo con Diana. Antes de casarse, la pareja tuvo seis meses para conocerse. Sin embargo, tan solo coincidieron una docena de veces. En esas contadas ocasiones, el heredero se dio cuenta de que más allá de la atracción física que Diana le producía, no había más. Por otro lado, tampoco compartían gustos y aficiones. Según puede leerse en Charles at 70: Thoughts, Hopes and Dreams, el príncipe vio con claridad meridiana que el matrimonio con la joven Spencer estaba condenado al fracaso. Valoró la posibilidad de anular la boda pero la rechazó por el cataclismo que eso conllevaría. Inglaterra estaba volcada en el gran día y Los Windsor no estaban preparados para algo así. Sobre todo, el padre del novio, que fue uno de los que más contento se mostró con que su hijo mayor se casara. El duque de Edimburgo consideraba que Carlos tenía que cumplir con su obligación de dar un heredero a la corona. Mientras que a Felipe le caía bien Diana, Isabel II no la soportaba. Jamás congeniaron.
La reina Isabel II tuvo que doblegar la rodilla
Para la familia real inglesa fue una patata caliente la muerte de Diana. Como ya no formaba parte de los suyos, no sabían cómo tratar el asunto. La reina Isabel II creyó que ni ella ni lo suyos tenían que hacer gesto público alguno para demostrar algún sentimiento hacia la princesa. El que era primer ministro en aquellos días, Toni Blair, trabajó duro para que la soberana cambiara de opinión. Le hizo ver que Diana no era una persona cualquiera, sino alguien muy especial a quien los británicos adoraban. La reina dio su brazo a torcer y paseó entre los miles de flores y velas que depositaron muchos ciudadanos en memoria de su reina de corazones.