A punto de cumplir los ochenta, la vida no ha sido como doña Sofía la imaginó. La imagen de pareja feliz y enamorada que había imaginado para ella era la de sus padres. Pensó que el otoño de su vida discurriría plácidamente y sin sobresaltos. La reina emérita está en un momento muy difícil y triste a nivel personal. Nada es como imaginó.
4Desplantes que duelen
Uno de los grandes caballos de batalla de doña Sofía es su nuera. La reina emérita está muy dolida por los desplantes y la frialdad de doña Letizia hacia su familia. Sin duda, convertirse en reina consorte ha servido a Letizia para cobrarse esos agravios que llevaba dentro. De lo sucedido se desprende que se ha sentido ninguneada y ofendida por sus suegros y cuñadas. En estos momentos, la relación con todos ellos es inexistente.
A doña Sofía le gustaría no tener que compartir protagonismo público con doña Letizia. La tensión entre ambas es mucha. La reina emérita, muy curtida en esto de poner al mal tiempo, buena cara, lo disimula mejor. En cambio, la reina Letizia no puede ocultar su malestar. Sabe que compartir espacio con su suegra significa salir perdiendo. Por tanto, cuanto más la tenga a su lado, menos podrá ganarse a esa parte de la sociedad con la que no consigue conectar.