La familia real atraviesa su momento más delicado. A las críticas que sufre la institución hay que sumarle las desavenencias entre sus miembros. Nada es lo que parece en un clan que se desangra en luchas internas. Doña Letizia y doña Sofía mantienen una inexistente cordialidad de cara a la galería. Mientras tanto, la infanta Elena ha vuelto a perder brillo mediático. Sin embargo, no piensa quedarse callada y mueve ficha.
3El hombre entre la reina y la infanta
Uno de los elementos discordantes entre doña Letizia y Elena ha sido Jaime de Marichalar. Durante años, la reina y su cuñado mantuvieron una relación muy tensa. Él no dudaba en criticarla. Sobre todo, en lo relacionado con sus looks. Para Jaime fue un imperdonable exceso que Letizia optara por aquel recordado traje rojo para asistir a la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson. De hecho, acaparó todas las miradas y fueron muchas las críticas recibidas por un vestido y peinado más propios de actriz que de princesa.
El destino marcó un punto de inflexión entre Jaime y Letizia. Ocurrió tras la muerte de Érika Ortiz. Ahí el duque de Lugo demostró estar a la altura de las circunstancias reconfortando a la reina, quien en su sexto mes de gestación, estaba embarazada de Sofía, lo pasó fatal. Sabía que su hermana pequeña no se encontraba bien pero estaba confiada en que el tratamiento hiciera su efecto. Al final, algo falló y Érika fue encontrada sin vida en su casa. La noche antes había dejado a su hija al cuidado de una amiga. Junto al cadáver, frascos de pastillas.