No es que Sofía Suescun no sea lista, que lo es, lo que ocurre es que se cree que los demás son mucho más tontos que ella. Hace mucha cara para comprar una falda, ponérsela casi un día entero, lucirla delante de 2.888.000 espectadores y pretender luego devolverla más tiesa que un sombrajo en la tienda donde la compró. Y es que por mucho que hayas ganado Gran Hermano tu sudor no es agua bendita, bonita.
Sofía Suescun se compró en un establecimiento de Madrid una faldita de lentejuelas de la firma Guess destinada a ser estrenada en el programa. Pagó 99,99 euros por ella en la boutique de la conocida marca en Plenilunio. Se la puso para su aparición triunfal en televisión y tuvo la cara dura de pretender devolverla como si no la hubiera llegado a sacar de la bolsa. Era más que evidente que la falda había sido violentada por las curvas de la ganadora de Supervivientes. Ella lo negaba con vehemencia e incluso exigió que le devolvieran el dinero.
Sofía Suescun porfiaba e insistía en que no se la había puesto, y eso a pesar de que los dependientes que la atendieron le dijeron que la habían visto en GH VIP con ella. Tan pesadísima se puso, y tal fue el número que montó, que al final tuvieron que acceder a hacerle un cheque regalo. Y es que tener que escuchar la voz chirriante de Sofi insistiendo e insistiendo puede llegar a ser una tortura. Los efectos que puede causar en sus interlocutores podrían llegar a ser considerados como accidente laboral. Ya lo dijo Logan: “Cuando la peste Blair se te mete hasta los huesos, te los corroe”.
No es la única famosa que utiliza el truco del almendruco en las tiendas
Y es que esta muchacha que siempre se sale con la suya, en lugar de pelearse por cien euros debería de empezar “think Big”, como dicen los ejecutivos agresivos. Si te crees una diva de la talla de Marilyn Monroe y consideras que los clientes de una tienda no les va a importar ponerse una falda usada por ti, móntate un negocio a la japonesa. Coge unos cuantos tangas usados y ya sabes: a subastarlos por internet.
Pero me da que los fetichistas españoles van a ser algo más exigentes que los japoneses que pagan un ojo de la cara por unas bragas o unos panties sin lavar. Aunque ya se sabe que hay gente para todo. A lo mejor Toni Spina, a quien le rompiste el corazón, está dispuesto a acercarse por la tienda. Igual paga los 200 euracos por tu faldita para dormir con ella pegadita a la cara como si fuera Linus el amiguito de Snoopy.
No os engañéis, lo que ha hecho Sofía no es cutre, demuestra que algún día llegará a ser una gran estrella.
Hay otra famosa con casa en una de las urbanizaciones más caras de Madrid que devuelve la ropa con la etiqueta sin un simple arañazo, pero la ropa hecha un higo y no muy limpia. Como tiene mucho dinero y de vez en cuando compra y no devuelve, se lo consiente. Y lo más curioso es que cuando se cansa de los modelitos los lleva a tiendas vintage. Es incapaz de regalárselos a sus amigos ni a sus asistentas. Si es que lo ricos lo son por algo.