Rosa Benito tiene la escopeta cargada. Lo percibo viendo sus redes sociales. Escribe, retuitea sin pudor contra aquellos que, desde la libertad de prensa, publicamos información que afecta directamente a Amador Mohedano. Sale en su defensa ahora, olvidando que en el pasado fue incombustible contra su marido. Debería preguntarse si la realidad actual del empresario es la consecuencia directa de los tiempos pasados en los que todo eran gritos y negaciones.
Con el paso de los años he entendido que Rosa no da puntada sin hilo. Actúa de forma premeditada, sibilina, sutil y acertadamente maquiavélica. No deja nada al azar, ni siquiera aquello que lo parece. Es el Tócame Roque elevado a la enésima potencia. No se entiende tanta absurdez llevada al límite.
«Una y otra se desenvuelven mucho mejor tambaleándose en vías ferratas, en el hedor fétido de las alcantarillas. A esas a las que Rosa empuja ahora a su hija»
Me agota el comportamiento suicida de ciertos personajes que aún sabiendo que el combate está perdido, tiran a dar. No entiendo su reviro cuando es consciente de que se le ha protegido. No solo por sus ex compañeros de programa, sino también por aquellos que un día decidimos cubrirla con un manto de protección.
Erré al confiar cuando me decía que su verdadera intención era vivir al otro lado de la polémica. Ahora, con sus últimos movimientos, he comprendido que Rosa no da puntada sin hilo. Actúa de forma premeditada, bizarra, sibilina, acertadamente maquiavélica. No deja nada al azar, ni siquiera aquello que lo parece.
Rosario, Rosa y un mismo objetivo
Me extrañan sus malas artes pero más que con ellas esté dispuesta a perturbar a su hija con asuntos que no solo afectan a lo mediático. No mide -o quizás sí- las consecuencias de sus provocaciones ni que con ellas puede generar un huracán devastador en lo económico y también en lo judicial. Siendo consciente de lo que callo, preveo que Rosa quiere revolcarse nuevamente en el barro para volver a primera línea. ¡Qué decepción!
«Me resigno ante la evidencia de que en la guerra, madre e hija prefieren caminar por el filo de la navaja, incluso habiéndose repartido ya los papeles de vencedores y vencidos»
Me las creí. Recuerdo a una Rosario casi sin vida, arrastrada literalmente por los suelos, pidiéndome que le ayudara a sortear el temporal mediático. Le tendí una mano. Le encontré trabajo en televisión para que pudiera pagar parte de sus deudas. Apoyé su música. Creí en ella porque pensé que quería dejar de bailar frente al abismo. Me equivoqué. Una y otra se desenvuelven mucho mejor tambaleándose en vías ferratas, en el hedor fétido de las alcantarillas. A esas a las que Rosa empuja ahora a su hija. Me resigno ante la evidencia de que en la guerra, madre e hija prefieren caminar por el filo de la navaja, incluso habiéndose repartido ya los papeles de vencedores y vencidos. Lástima que a ellas les toca perder… otra vez.