Terelu Campos ha rizado el rizo. Sin salir del hospital, convaleciente y doliente, ha concedido su primera entrevista remunerada para seguir comercializando con el cáncer. Las redes sociales arden al mismo tiempo en que la desvergüenza de la protagonista sirve para mostrarse convencida de que está haciendo lo correcto. Me recuerda Terelu a los mendigos de la Edad Media que mutilaban sus cuerpos con el objetivo de recibir limosna. Necesitaban explotar la página de la pena para poder subsistir,
Mentiría si escribiera que no me lo esperaba. Hacía cábalas en la oscuridad de mi casa acerca de cuánto tardaría en poner precio a su nueva situación. Se ha realizado una doble mastectomía -desaconsejada por su cuadro médico porque el estudio genético arrojó que su ADN no marca tendencia-
«Se me ocurren pocos adejtivos que puedan ser volcados en un digital como este sin que pueda herir la sensibilidad de los lectores»
Y van diez entre portadas y comparecencias televisivas. Un mercadeo con la enfermedad que le pasará factura. No solo en su imagen, cada vez más minimizada entre la audiencia, sino también a otros niveles. Nadie puede usar el cáncer como moneda de cambio, convertirlo en la excusa perfecta para cada apretón bancario sacarlo de paseo. Se me ocurren pocos adjetivos que puedan ser volcados en un digital como este sin que pueda herir la sensibilidad de los lectores.
Es inexplicable que, sabiendo que su hermana volvía a hacer caja, desde su púlpito en Sálvame, la Borrego se uniera a las críticas que una tertuliana vertió contra Ana Obregón y asintiera ante los comentarios más dolosos. La actriz, que con su entrevista en la revista Hola -la única después de ocho meses de tratamiento fuera de España- ha querido ayudar a una fundación sin ánimo de lucro, fue ultrajada en directo por Mila Ximénez al considerar reprochable que alguien ajeno hable de la enfermedad de un familiar. Pero Carmen omitió que su hermana ya había vuelto a hablar, a cambio de dinero, de un drama que mata personas. Igual que lo hace ello. Por dinero baila el perro.