Mucho ha llovido desde que Letizia Ortiz y el príncipe Felipe anunciaran su enlace. La noticia cayó como una bomba y pronto se empezó a escudriñar en la vida de la periodista. El tsunami se extendió causando graves daños colaterales. Esto es algo que mortifica a la reina, que se culpabiliza por los damnificados que su cambio de estatus ha generado. Sigue leyendo porque te damos las claves para entender el dolor que impide a la reina ser feliz.
7Un padre marcado por el destino de su hija
Jesús Ortiz también ha sufrido los vaivenes que el destino de su hija ha marcado. A él le encanta escribir pero, sus artículos, tampoco han pasado el examen profesional siendo origen de muchas críticas. Eso hizo que Jesús desistiera de publicar limitándose al ámbito de la comunicación, trabajo que ejerce en una empresa que montó su amigo Lalo Azcona. Dicen quienes le conocen que el hecho de que Letizia emparentara con la familia real para nada ha cambiado su carácter. Sigue siendo el hombre sencillo que disfruta de los pequeños placeres de la vida.
Quizás la única concesión que Chus, como le llaman familiarmente, haya tenido que hacer es la boda con Ana Togores, madre de su hija menor. Se produjo apresuradamente antes del enlace real. La verdad es que la pareja no tenía previsto casarse pero la reina se lo pidió por una cuestión de imagen. Aun así, no pudo ir del brazo de su flamante esposa a la boda que paralizó España porque su hija le indicó que lo correcto es que fuera pareja de su ex mujer, Paloma Rocasolano.