Doña Letizia no consigue empatizar con una parte de la sociedad. Pasan los años y las cosas siguen como aquel día en que pidió a don Felipe que la dejara terminar de hablar. Se interpretó aquella interrupción con una muestra de su carácter y se le adjudicó el calificativo de mandona. Aunque no se le puede poner ni un pero en su faceta profesional, la reina necesita un milagro para que se la perciba cercana y relajada. En Zarzuela saben que hay mucho en juego y de ahí que hayan creado la Operación Letizia. O lo consiguen, o adiós a la monarquía, temen los altos funcionarios de palacio que han diseñado esta partida de ajedrez que se jugará sobre un tablero llamado España.
3Espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella del reino?
Para doña Letizia ha sido muy negativo esa reconversión en beauty victim. Quiere que su imagen sea perfecta y eso la aleja de la realidad. Esa perfección en cuanto al maquillaje, el look y la figura hace que se la perciba como una gran estrella a la que se puede ver pero no tocar. Las divas imponen mucho. Tampoco ayuda su afición a la ropa de diseñadores extranjeros cuyos precios no están al alcance de la mayoría de los mortales. ¿Por qué tanta insistencia en Carolina Herrera? Si algo ha marcado la carrera de la diseñadora venezolana es la exclusividad. Por tanto, no parece el ejemplo más adecuado en el vestir para la reina de una corte que siempre ha presumido de austera.
No es casualidad que doña Letizia haya acudido a llevar a sus hijas al colegio sin gota de maquillaje y con un look deportivo e informal. Forma parte del plan diseñado en Zarzuela para acercarla a la sociedad. A partir de ahora, la veremos mucho más sencilla y no tan perfecta. No va a ser fácil porque el tema de la imagen la trae a mal traer. Su sentido de la perfección se ha exacerbado y se mira continuamente en el espejo.