Doña Sofía sonríe por fuera y llora por dentro. Su vida sentimental ha sido un desastre. Se casó enamorada de don Juan Carlos pero las cosas no salieron como esperaba. Para el rey emérito, la boda no fue más que otra prueba para contentar a Franco y así poder llegar a ceñirse la corona. Nada de eso sabía la princesa griega, que entonces soñaba con un matrimonio lleno de amor como el que tuvieron sus padres. Pudo haber sido feliz con otro hombre que apareció en su camino, pero…
3Un pretendiente venido a menos
Pablo y Federica de Grecia no veían con buenos ojos el cortejo de don Juan Carlos a su hija. Consideraban que Sofía podía aspirar a un partido mejor. En aquellos días, los Borbón vivían en el exilio en Portugal. No tenían corona y todo indicaba que tardarían años en obtenerla. Por otro lado, su situación económica era moderada. Vivían de las contribuciones que los adeptos a la monarquía les hacían llegar.
A pesar de eso, Sofi se enamoró de Juanito y nada pudo detener la boda, celebrada por dos ritos religiosos, el ortodoxo y el católico, más el civil. A su regreso de la larga luna de miel, la pareja se instaló en Madrid para iniciar una nueva vida. Doña Sofía lo pasó mal porque muchos no la aceptaban y le recordaban continuamente que era una extranjera. Se propuso entonces la princesa que cumpliría con su papel a la perfección y a ello se entregó en cuerpo y alma. Jamás se le ha podido poner un pero en este aspecto. A pesar de la gran tristeza que ha rodeado su vida privada, en público siempre ha dado lo mejor de sí misma, convirtiéndose en una de las mejores reinas de su generación.